domingo, 31 de diciembre de 2006

Todo tiene un final

Como mi estadía en Panamá no iba a ser muy larga decidí concentrarla en un solo lugar, en vez de andar de un lado para otro. El lugar elegido fue el archipiélago Bocas de Toro. Tal como define la palabra archipiélago, Bocas de Toro es un conjunto de muchas islas sobre el mar Caribe. El lugar está bueno, hay algunas islas con playas para hacer surf, otras más calmas.
La isla principal es Colón, que cuenta con una pueblo muy pintoresco, donde muchos negocios, bares y hoteles tiene sus terrazas sobre el mar. La movilidad uno la hace en water-taxi, pequeños botes a motor que lo llevan de un lado a otro. En el archipiélago hay mil lugares diferentes que descubrir. Entre ellos está la bahía de los delfines, en realidad es como una laguna formada entre tres islas donde, obviamente, hay delfines. Esas aguas no son aptas para nadar porque también hay gran cantidad de medusas, pero desde la lancha uno puede ver a los delfines que se pasean entre las olas. Cuando la lancha se pone a dar vueltas en círculo a toda potencia, los delfines aprovechan las olas para hacer surf. También hay diferentes cayos y corales donde me pasé horas y horas haciendo snorkel. La playa Rana Roja, además de tener diminutas ranas rojas, es la típica playa de una isla caribeña, con cocos, arena blanca, mar verde-turquesa. Lindo lugar para pasar el día y donde tuve la oportunidad de poner en práctica mis elementales conocimientos de rescate aprendidos en el curso de buceo. Una nena de cinco años se la llevó la corriente mar adentro. Primero pensé que el padre, norteamericano de origen musulmán, estaba cantando una canción de los Beatles cuando gritaba "help", pero después me di cuenta de lo que pasaba. Como un Baywatch entré al mar corriendo y rescaté a la nena. Fui el héroe del día entre los muchachos y eso trajo repercusión a la noche entre las muchachas.
El último día en la isla coincidía con el último día en Panamá y el ultimo día de mi viaje, por lo cual me fui solo a una playa desértica, me recosté bajo una palmera, me metí al mar en pelotas, me demore cuarenta minutos en bajar a pedradas un coco y otra hora en abrirlo, también a pedradas.
Por la noche volví al hostal donde justo se celebraba una fiesta de disfraces. Lo bueno de estas fiestas es que la gente se mete en sus personajes y hace cosas que normalmente no haría. Esta fiesta fue especial porque los hombres tenían que ir de cafiolos y las mujeres de putas. La fiesta se extendió hasta la madrugada. Sabiendo que temprano partía mi avión, me fui a dormir a una hora prudente para tener al menos tres horas de sueño antes de abordar.
Y fue así, en una isla del caribe, despidiéndome del mar nadando desnudo, entre decentes señoritas que esa noche se encarnaron en dulces prostitutas, que me despedí de Centroamérica. Teniendo muchas ganas de volver y la certeza de que me quedan un millar de nuevos horizontes para ver.

lunes, 18 de diciembre de 2006

De otro planeta...

En seis chicken bus, dos taxis y un barco recorrí, entre las cuatro de la mañana y las siete de la tarde de un mismo día, una larga distancia para salir de Guatemala y llegar a la isla hondureña de Roatán. Si México estuvo marcado por los Zapatistas y las playas, Guatemala por los volcanes y lagos, Honduras quedó grabado en mi memoria por el buceo.
Cuando empecé este viaje, conocí a un flaco que me dijo que a esa isla todo el mundo va a hacer buceo. Yo pensé "No voy a gastar tanto dinero en eso". Sin embargo a medida que fui bajando me fui cruzando con más gente que venia de la isla de Roatán. Esta gente me fue quemando cada vez más la cabeza para hacer buceo, así que al final lo hice.
Las islas de la Bahía son el lugar más barato en el mundo para aprender a bucear. Roatán no es la más barata de las islas, sino la segunda más barata. Pero tiene el arrecife de coral más grande de América y su nombre se asemeja a una región de la Tierra Media donde hay muy buenos caballos, así me decidí por ella como lugar donde aprender a bucear.
Me inscribí al curso PADI Open Water. PADI es una organización internacional de enseñanza de buceo y el curso Open Water me habilita a bucear sin instructor en cualquier lugar del mundo es aguas abiertas.
El curso fue más agotador de lo que creía. Las clases teóricas, con libro y videos, son muy interesantes, pero algo aburridas. Los ejercicios subacuáticos que se realizan en aguas costeras donde uno hace pie son educativos, pero algo tontos... bucear es más maravilloso de lo que creía.
Con la lancha nos alejamos bastante de la costa y, al estilo James Bond, de espalda entramos al agua. Es increíble, es como entrar en otro mundo. Cuando uno logra la flotabilidad neutra es como estar en gravedad cero. Los sonidos bajo el agua se comportan de una forma completamente diferente y el arrecife es una explosión de colores. Como sumergido en "Buscando a Nemo", miles de peces de variados tamaños y colores se pasean sin timidez entre los buceadores y uno se encuentra simplemente rodeado por ellos. Algunos caracoles caminan por el fondo, las langostas se esconden entre las cuevas y las plantas de los arrecifes se mecen lentamente con la corriente.
Toda mi vida quise viajar al espacio, bucear es lo más cerca que he estado. De echo, esto es sólo el comienzo, ahora que tengo mi certificado que me permite bucear en todo el globo no voy a dudar en aprovecharlo y así continuar mi educación submarina con diferentes cursos de especialidades y perfeccionamiento. Igualmente, antes tengo que prestar atención a mi oído que viene haciendo cosas raras desde entonces.
Quizás nunca viaje al espacio, aunque no pierdo la esperanza. Igual el hombre sabe más de la superficie de Marte que del fondo del mar. Así que allí abajo hay un mundo nuevo a ser descubierto, esperando por mi.

sábado, 16 de diciembre de 2006

El primero te lo regalan

Luego de cruzar el lago Atitlán en una lancha, llegué a San Pedro la Laguna. Cuenta la leyenda que muchos hippies en los 60's se fueron a vivir a orillas de ese lago. Fueron a un pueblo con el nombre de Panajachel, pero que con el tiempo todo el mundo lo empezó a llamar gringotenango. En los últimos diez años este lugar se volvió muy turístico y muchos hippies se mudaron al pueblo que está del otro lado del Lago, que es justamente San Pedro la Laguna.
Yo no lo sabía cuando llegué, pero resulta que ese pueblito en el medio de la nada es un lugar de reviente. Apenas uno llega se te acercan varias personas ofreciéndote paseos a caballo, tours en cayacs, caminatas por los volcanes. Esto ocurre en todos las pueblos medianamente turísticos. Lo raro de San Pedro es que en el mismo tono de voz, te ofrecen marihuana, cocaína y demás drogas duras, como quien vende fruta en el mercado.
Extraña mezcla entre aborígenes locales, hippies de sesenta y cinco años y jóvenes de diferentes partes del mundo deambulan en este poblado. El mismo muta según la hora del día. Por la mañana la mayoría en la calle es aborigen, con algunos viejos hippies con sus artesanías, y muy pocos jóvenes, a quienes se los ve con la cara despejada y serenos.
Hacia las dos de la tarde los aborigenes huyen y las calles se empiezan a poblar de blancos jóvenes con cara de mal dormir y movimientos demasiado nerviosos para ese lugar. Por la noche, la mitad de los extranjeros se va a un bar a tomar algo y la otra mitad se va a un bar a trabajar, ya que es lo que más abunda. Para la media noche todo cierra y la gente vuelve a sus posadas para continuar tomando hasta que sale el sol. Y cuando digo tomando no me refiero a bebidas.
Recomendado por un italiano, me apersoné en un Hostal a las dos de la tarde y golpeé la puerta. Me abrió un huésped, al cual había interrumpido en su siesta fumeta en una hamaca. Era la única persona que había en el hostal. Ni dueño, ni encargado, ni nadie. Este huésped me dijo que me metiera en alguna habitación libre y que cierre la puerta con mi candado. Ese era todo el check in necesario. Si bien el hostal es el más barato en el que estuve en todo mi viaje por Centroamérica, fui yo quien tuve que limpiar mi habitación, hacer la cama y hasta comprar papel higiénico para el baño.
Al encargado no lo vi hasta la mañana siguiente y primero quiso venderme hierba y después cobrarme la habitación. Como atravesar un océano e ir al medio de una montaña para pasarme el día tirado en una hamaca entre cuatro paredes metiéndome mierda no es la idea de mi viaje, me dediqué esos días a hacer montañismo. El lago se encuentra a mil seiscientos metros sobre el nivel del mar, enclavado en medio de tres diferentes volcanes y unas cuántas montañas. El volcán más alto de la región es el San Pedro y son como cinco horas de caminata. Como la entrada cuesta más de lo que estaba dispuesto a pagar, me adentré por otro sendero al volcán, hasta que tres horas más tarde estaba perdido en la montaña. Bajé otra vez a la ruta e intenté por otro sendero, pero una hora más tarde nuevamente estaba perdido en medio de la selva. Pero como la tercera es la vencida, encontré esta vez un sendero que a unos quinientos metros de empezar se juntaba con el sendero principal. Por el mismo de adentré hasta la cima, pero en el camino me crucé con un policía que, al ver que no tenia ticket de entrada, me ofreció "arreglar" el problema sin necesidad me ponerme una carísima multa. Ventajas de la policía Latinoamericana.
En fin, San Pedro es un lugar donde la gente llega y se queda y se queda y se queda... y no precisamente para observar las inmensas maravillas naturales que ofrece. Yo sin embargo, enfocando mi viaje desde otro lado, me alcanzó estar en este pueblo unos días y seguí mi camino para otros parajes.

Camino al infierno

Hace unos días fue el cumpleaños de un amigo canadiense y realizó un extraño ritual al cual me invitó a participar. Desde la ciudad de Antigua, Guatemala, un domingo al mediodía nos encaminamos hacia el volcán Pacaya. Después de dos horas en bus entre los precipicios y las quebradas guatemaltecas, llegamos a la base del volcán y empezamos la ascensión.
Por un fino sendero entre altos árboles subimos al volcán, el cual no difiere en mucho de las sierras cordobesas en Argentina o las montañas asturianas en España. Pero al cabo de una hora el paisaje cambió completamente. A unos trecientos metros, abajo de un barranco, comenzaba lo que sería un inmenso mar negro y sólido. Lava volcánica ya fría y convertida en piedra. La excursión proseguía escalando ese mar. Era muy difícil: veinte minutos para hacer los trecientos metros. La roca volcánica es bastante caliente al tacto, con lo que si uno deja la mano en un lugar mucho tiempo, se quema. Además es como una esponja, llena de aire y de burbujas. Si uno pisa muy fuerte la roca se rompe y el pie se hunde dentro de un horno natural. De vez en cuando, entre las rocas, uno encuentra un huequito y cincuenta o sesenta centímetros más abajo ve que la roca está el rojo vivo. Si metés el palo que oficia de bastón, se prende fuego instantáneamente. Al finalizar esta caminata uno se encuentra frente a frente con un río de lava que lentamente va descendiendo.
La caminata entre las rocas ardientes con la lava rodeándote es lo más parecido que ví al infierno en mi vida. A orillas de la lava uno no se puede acercar más de un metro porque el calor es insoportable.
Nosotros llegamos al atardecer y el espectáculo fue increíble. El rojo de la lava se reflejaba en las bajas nubes y se combinaba con la luz del sol para formar un degradé de violetas, fucsias, azules y naranjas en el cielo.
Cumpliendo con el ritual cumpleañero, mi amigo escribió una carta resumen de los veintisiete años de vida hacia atrás, con las esperanzas que tenía en su vigésimo octavo cumpleaños. Yo, aunque no era cumpleañero, escribí mi propia versión de la carta al volcán. Luego, cada cual envolvió con su carta una piedra volcánica fría, un moneda y un poco de nuestra propia saliva, para después arrojarla a la lava. La piedra era para devolverle a la lava algo que había perdido, la moneda como ofrenda y la saliva como parte de nuestro cuerpo en sacrificio (usar sangre nos pareció un poco melodramático). Terminó el ritual cuando todo esto ardió en las fauces de este infierno rojo, simbolizando nueva vida que comienza a partir de la quema de nuestras penas, miserias y defectos pasados, plasmados en una carta.
El hermoso atardecer devino en una oscura noche, muy bonita pero poco práctica para descender entre piedras volcánicas y senderos montañosos. Terminado el ritual y entrada la noche, volvimos a la ciudad y a nuestras camas, para que el reparador sueño nos acercara a convertirnos en aquello que le pedimos al volcán poder llegar a ser.

miércoles, 6 de diciembre de 2006

A la Antigua

Antigua es una ciudad, ante todo, antigua. Suena lógico, pero es raro ver una ciudad de cuatrocientos años que no se ha modernizado. Capital del virreinato español centroamericano, que abarcaba desde el sur de México hasta Panamá, la ciudad fue destruida en el mil setecientos y pico por un terremoto. Como disciplinadas abejas obreras, los españoles la reconstruyeron íntegra, sin embargo unos cuarenta años después un segundo terremoto la volvió a destruir. Los españoles dijeron "una polla" y empezaron a construir una nueva ciudad a unos sesenta kilómetros. Llamaron a la nueva ciudad Guatemala y a la vieja, Antigua Guatemala, que con el tiempo derivó simplemente en Antigua.
Cabe decir que Antigua es la ciudad más bonita en la que estuve en este viaje por Centroamérica. Todas las calles son empedradas, las casas con tejas rojas españolas y la típica construcción colonial de "casa chorizo". Por todas partes te encontras grandes construcciones derruidas por el último terremoto y que hace tres siglos que están igual. La catedral de la plaza principal es una de ésas, sólo tiene habilitada una pequeña parte porque al resto se le cayó el techo. También hay un monasterio que se vino completamente abajo y uno se puede pasear entre las ruinas.
En la Plaza principal hay una fuente muy famosa, donde cuatro jóvenes doncellas sin mucha ropa se exprimen sus pechos desnudos y de ellos brota agua. Desde la ciudad se divisan tres diferentes volcanes. La ciudad está llena de extranjeros de todas nacionalidades, ya que es la ciudad para aprender español, al parecer.
Pero lo mejor es el atardecer. Por alguna extraña condición atmosférica el naranja del cielo se transporta a las paredes de la ciudad. Las farolas coloniales se prenden, mezclándose la azulada luz artificial con el rojo fuego del sol. La banda municipal suele tocar algunos temas de Mozart a un costado de la plaza y todos salen de sus trabajos y se quedan en la calle hablando con sus vecinos, sin apuro alguno para volver a sus casas.
Lo más curioso es que a un amigo mío no le gustó. Por las veredas angostas y las casas cuyos frentes son una gran pared, con una ventana siempre cerrada, le daba la impresión de ser una ciudad cerrada. Pero a mí no, quizás por mi sangre española, o quizás porque en Buenos Aires hay muchos lugares con arquitectura colonial, estas cosas no me afectaban, más bien me gustaban y son parte del encanto de Antigua.
Si bien en mi viaje evité adentrarme en las ciudades, Antigua era una parada obligada y no me arrepiento. La ciudad es hermosa y el atardecer allí es un momento mágico. Los bares abundan y la gente joven es la que le da vida a la ciudad. Una ciudad chapada a la antigua, con un ritmo de vida imposible para una ciudad capital y que además sigue conservando una hermosura que ningún terremoto le pudo arrebatar.

Tikal

Tikal, en Guatemala, fue la más grande región ocupada por los Mayas. En la actualidad hay más de mil quinientas ruinas en un área de unos docientos kilómetros cuadrados. Sin embargo, la parte abierta el turista es mucho menor y sólo es lo que fue el centro del antiguo imperio Maya.
Me apersoné en Tikal un soleado día por la tarde, para poder ver el atardecer, que todo el mundo me decía que era magnifico. Grande fue mi sorpresa al encontrarme el parque cerrado, con miles de militares y varios helicópteros, porque justo se reunieron varios presidentes centroamericanos y se fueron a dar un paseo por Tikal.
No resignado, me fui por un senderito entre la selva hasta un gran árbol que tiene una escalera y un mirador en la punta. Desde allí pude ver una linda caída del sol, pero no entre las pirámides y templos mayas, como se ve desde las ruinas.
Por la noche colgué mi hamaca en un camping y me fui a cenar. A las nueve se corta la luz en todo el complejo, entonces me recosté largo rato mirando las estrellas. El cielo de Tikal es increíble, y dormir bajo las estrellas siempre es fenomenal.
Muy de madrugada me desperté, pagué tres veces lo que cuesta la entrada normal a las ruinas y con el guía nos adentramos como una hora en la selva hasta llegar al Templo del Amanecer. Como su nombre lo indica, es un gigantesco templo cuya cara está orientada hacia la salida del sol. El amanecer en Tikal es hermoso, o al menos eso se ve en las fotos si uno pone "tikal sunrise" en imágenes del Google. Quince minutos antes del amanecer se largó una tormenta que no permitía ver ni a veinte metros. Esa tormenta duró una hora, justo para cagarme la vida y la vista del amanecer. Después despejó, dejando un maravilloso día de sol. La excursión prosiguió hasta las once de la mañana, paseándonos entre las pirámides, los templos, los campos de pelota y las demás construcciones Mayas. El guía nos explicó con mucho detalle todo lo referente a esas construcciones y a la vida maya en general.
Cabe aclarar que Tikal fue abandonada por los mayas hace unos ochocientos años, nadie sabe bien por qué. En ese tiempo la selva hizo lo suyo y hoy en día todas las ruinas están enclavadas en el medio de grandes árboles, donde uno avista monos arañas, tucanes, monos grandes y malos, unos bichos parecidos a los osos hormigueros, y miles de diferentes aves tropicales. Como la entrada era para todo el día y el tour terminó temprano, me dediqué a volver sobre mis pasos. Tranquilamente y a mi ritmo recorrí otra vez las magnificas ruinas y aproveché para ir a lugares donde el guía no nos llevó.
Tikal, muestra de la majestuosidad del imperio Maya, es hoy un lugar encantador. Enclavado en medio de la densa selva tropical, la flora y la fauna ganaron terreno sobre la construcción y vida del hombre. Si alguno de ustedes va, les aconsejo que se tomen bastantes horas para recorrerlo, y si sacan fotos del atardecer o del amanecer, por favor envíenmelas, que yo no tengo.

Border line

El día arrancó mal. Cuando el despertador sonó a las 5:30 AM, junté todas mis cosas y me fui a la entrada del hostal, a las 6:00 AM, para esperar la camioneta que me llevaría hasta la frontera entre México y Guatemala.
Arrancó mal porque yo sabía que éramos seis los que tomaríamos esa camioneta y estaba sólo yo en la puerta del hostal. Con la linterna pude encontrar un reloj en la recepción y comprobar que eran las 3:00 AM y no las 6:00 AM, mi despertador seguía con la hora Cubana. La verdad es que no tengo mucha idea en qué día vivo y qué hora es. Cuando tengo hambre como, cuando tengo sueño duermo y así se pasan los días.
Tres horas más tarde, después de volver a mi habitación y dormir un poco más, me subía a la cómoda camioneta que me llevó a la frontera. La diferencia entre México y Guatemala se nota mucho. Del lado mexicano hay una pequeño edificio donde hice migraciones. Del lado de Guatemala tuve que cruzar a pie un kilómetro en medio de un mercado favela que se instaló en la frontera, construido con chapas y madera.
Después de cruzar dicho paraje, me monté a una PickUp 4x4 que se metió por algo que no llega a ser un camino en medio de la montaña, durante quince minutos, para llegar a la costa del río San Pedro. Allí pasé a una lancha que me llevó río arriba durante cuarenta minutos, para luego llegar a una choza en el medio de la selva. Esa era la oficina de migraciones guatemalteca, casi dos horas de la frontera y como 100 km dentro de Guatemala. Hecho el trámite retomé la lancha por otros cinco minutos hasta llegar a no se qué ciudad y allí tomé una camionetita para doce personas. Lo bueno era que en esa camioneta, cuando arrancó, éramos nueve. Lo malo, es que en las tres horas subsiguientes empezó a subir gente y terminamos siendo como veinte en el minúsculo vehículo.
Fue así como arribé a Flores, isla de no más de uno o dos kilometros cuadrados, ubicada en el Lago Peten Itza, muy cerca de la costa de Santa Elena. Flores es uno de los lugares más caros de Guatemala y aun así los precios ya se estaban acomodando más a mi bolsillo, no como en México. Con respecto al dinero, calculé tan bien el metálico que cuando alcancé la frontera no tenía más que unos pocos pesos mexicanos, que cambié por menos quetzales guatemaltecos. Tan poco efectivo tenía que tuve que regatear el precio en la posada más barata, porque no tenía ni para pagar la noche.
La isla es bonita, por la tarde di un paseo, crucé a Santa Elena a conseguir un cajero automático donde proveerme de cash, me instalé en un barcito cuyas mesas estaban en una plataforma de madera flotando sobre el lago. Luego llevé mi ropa a la lavandería ya que gracias a mis andanzas con los Zapatistas estaba demasiado sucia. Finalmente, una cena liviana y me fui a dormir bastante temprano.
El día, que arrancó mal y que fue físicamente muy incómodo en los transportes y por el agobiante calor, fue sin embargo una maravilla, con un hermoso paseo en lancha, una divertida excursión en 4x4 y para coronarlo, una cerveza bien fría mirando el atardecer en un barcito sobre el agua del Lago Peten Itza.

lunes, 20 de noviembre de 2006

Campamento Zapatista

Ch´ol de Tumbala es un pequeño poblado aborigen, de afiliación íntegramente Zapatista. Se encuentra a la orilla de un camino de tierra, a una hora de camino de Palenque, Chiapas, México. Esta pequeña comunidad básicamente vive de una economía de subsistencia a base de la agricultura. La vida es dura, pero tranquila. O era, porque en agosto de este año un grupo de paramilitares llegó una noche a la comunidad y prendió fuego todo. Y cuando digo todo quiero decir todo. Las casas, el comedor comunitario, algunas personas, las siembras, todo.
Estas tierras fueron recuperadas (o tomadas y okupadas, según el gobierno Mexicano) por los Choles en el 1999. Hoy día nuevamente vuelven, porque creen que la tierra no se vende, sino que se la trabaja y se la defiende. Más allá del fuego, el terror vivido y la amenaza constante, un grupo de sus habitantes y otros voluntarios Zapatistas volvieron a esas tierras el primero de octubre y casi inmediatamente después se estableció un Campamento Civil por la Paz.
Después de mi estadía en Roberto Barrios, la Junta del Buen Gobierno me mandó a ejercer mi rol de escudo humano para este poblado. O mejor dicho para este lugar, ya que ni pueblo hay. Tanto los Choles como los Observadores Internacionales vivíamos en unas carpas improvisadas con los restos de madera que se salvaron de la quemada y unos grandes parches de nylon negro que oficiaban de techo y protegieron a medias del sol y la lluvia.
Vivir y resistir. Eso era básicamente lo que se puede hacer: acto de presencia. Las tareas de reconstrucción estaban por empezar. Apenas había unos metros de tierra plantados. A la seis de la mañana sonaba la campana para el café, todos acudíamos a la improvisada cocina comedor comunal y después de la energizante bebida, los hombres se iban a desmalezar alguna zona, a talar algún árbol para obtener la vigas de las futuras construcciones, a cazar alguna iguana o algo para tirar a la olla o a hacer bien no se sabe qué. Los internacionales y las mujeres nos quedábamos en la cocina moliendo maíz y volviéndolo a moler una vez más para hacer esa especie de panqueques de maíz y agua que por allá llaman tortas. A las media mañana terminábamos esta actividad y volvía a tocar la campana para la comida. La misma era arroz con frijoles o frijoles con arroz, acompañado siempre de muchas tortas de maíz. Después de la comida nos dedicábamos a mejorar un poco nuestra vivienda, poner algún palo más donde colgar una hamaca o tapar con cualquier cosa el sol. El mismo, a las once de la mañana, se tornaba insoportable y todos buscábamos el refugio de alguna sombra donde pasar el rato charlando o jugando a las cartas. A las cuatro de la tarde volvía a sonar la campana que anunciaba la cena, de idéntico menú que el almuerzo. Después de la cena, un rato de voley y luego al pozo, única fuente de agua -cuyo color y sabor no inspiran ninguna confianza- para darse un baño. A las siete de la tarde era la hora oficial de irse a la cama, aunque los internacionales nos quedábamos hablando hasta bien entrada la noche, tipo nueve o diez.
Y así se vive, en medio de un paraje hermoso, entre la tranquilidad que da tener mucho tiempo para hacer las cosas y la tensión de saber que en cualquier momento vuelve a estallar el conflicto. Junto a los "compa" Zapatitas que se encapuchan para cubrir los turnos de guardia las veinticuatro horas del día y te muestran su sonriente rostro cuando comparten un plato de frijoles con vos o juegan uno de los comiquísimos partidos de voley. Se vive en medio de la precariedad de lo transitorio y provisional, con el suelo de tierra convertido en barro cuando llueve, las vigas quemadas que se quiebran a mitad de la noche porque no soportan el peso de las hamacas, la mirada siempre atenta en el camino para cerciorarse que todos los coches que pasan son amigos y el sudor en la frente cada vez que un vehículo se estaciona frente al campamento. Conviviendo con la asamblea comunal para decidir las tareas para hacer y quién las realiza. Y ni hablar de las picaduras de hormigas, mosquitos, pulgas y garrapatas en todo el cuerpo o el agua pseudo potable que empieza a enturbiarse demasiado si pasan varios días sin llover. Con el miedo de que en una noche destruyan una vida de trabajo y con la dignidad que les da el saber que la tierra es de ellos más allá de cualquier escritura que imponga el mal gobierno. Ellos tienen la certeza de saber que van a vivir y resistir.

Palenque

Llovía torrencialmente cuando arribé a la ciudad de Palenque. A unos ocho kilómetros se encuentra una de las ruinas mayas más importantes, así que preferí alejarme de la ciudad e ir a un hostal cercano a las ruinas. Asi es como llegué a El Panchán.
Las ruinas son realmente bellas. Grandes pirámides que se recortan contra la selva y pequeñas edificaciones a la vera de un río que no hace otra cosa que llenarse de cascadas. Todo ambientado por el sonido de los monos que no se sabe si gritan porque se están matando o apareando (o ambas cosas).
Pero lo realmente bueno es El Panchán. Esto es una zona de cinco hectáreas de densa selva al borde del Parque Nacional, donde están las ruinas. En dicha zona se encuentran dos o tres restaurantes y varios albergues donde por unos cuantos pesos mexicanos uno puede tener una cama o por menos pesos colgar su hamaca y así pasar la noche entre los sonidos de la selva.
Este lugar tiene un extraño magnetismo, el cual hace que los viajeros se queden durante días o incluso semanas. Muchos músicos se quedan un tiempo largo porque si uno toca en uno de los restaurantes por las noches tiene casa y cena gratis.
Durante el día no hay mucho que hacer en medio de la selva. Tardes de relax en la hamaca, con la compaña de un buen libro o de los hongos ceremoniales aborigenes. Por la noche, música en vivo y cerveza. La primera noche que allí pasé transcurrió tan rápido que el amanecer me encontró con dulce compañía en medio de la selva. La segunda, a causa de que no dormí la primera, pasó igual de rápido cuando me acosté por minutos minutos y me levanté diez horas después.
Pero el magnetismo del lugar no logró atrapar a esta alma inquieta y pronto partí para otros rumbos. Pocos, pero intensos e inolvidables, los días que pasé en El Panchan, Palenque. Cita obligada para todos los que se paseen por el sur de México.

¡¡¡Viva Zapata!!!

De San Cristóbal de las Casas partí para Palenque, donde hice dos noches y después me encaminé hacia el Caracol Roberto Barrios. Un Caracol es como una municipalidad paralela, de un gobierno paralelo que existe en Chiapas. El gobierno del los Zapatistas.
Desde el levantamiento del 1994, el Ejercito Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) fue cambiando sus formas de lucha por la tierra, la dignidad y la justicia de los campesinos aborígenes en Chiapas. En la actualidad existen cinco Caracoles, que son el centro administrativo y de decisión política de las más de trescientas comunidades Zapatistas en la región.
Concientes de que en el mundo de hoy es muy fácil que alguien te apode terrorista e instantáneamente pierdas todos tus derechos civiles, el EZLN desarrolló diferentes estrategias para la paz. Entre ellas se encuentran los Campamentos Civiles por la Paz. Los militares y grupos paramilitares en esta zona suelen acosar, invadir, quemar y disparar sobre las diferentes comunidades. Esta acción es, sino promovida, al menos no sancionada por el gobierno de México. Pero si en las comunidades se encuentra algún extranjero, los paramilitares no se atreven a entrar. Temen la repercusión que puede tener en los medios internacionales y porque suponen que los gobiernos extranjeros, en especial los europeos, van a ejercer presión sobre el mexicano si algún ciudadano europeo es fusilado o quemado.
Los extranjeros, llamados Observadores Internacionales de los Derechos Humanos o simplemente Escudos Humanos, van a la comunidad y conviven con los Zapatistas durante varios días. Para esos campamentos me fui.
Después de una pésima coordinación de diferentes asociaciones civiles en San Cristóbal, pude llegar a Roberto Barrios. La camioneta que me llevó me dejó a una orilla del río, el cual tuve que cruzar a pie, hasta que me adentré en territorio Zapatista, tal como lo indicaba el cartel que allí estaba. Me presenté a la Junta del Buen Gobierno para que ellos decidan a dónde me mandaban. Esto fue muy gracioso. Los cinco integrantes de la junta, con pasamontañas o pañuelos que le cubrían la cara, procedieron a un amable interrogatorio, motivado más por curiosidad y protocolo que por seguridad. Decidieron finalmente que me quedaría en el Caracol cuatro días.
La vida en una comunidad Zapatista es un poco extremista, cuando es tranquila es muy tranquila y cuando hay agite hay fuego, disparos y gran conmoción. Por surte mi estadía fue tranquila. La misma consistía básicamente en despertarme por la mañana, tratar de prender un fuego con leña verde y papel húmedo y tardar media hora para calentar agua para tomarme un te. A media mañana, jugar un poco al básquet, con otro observador o con algún Zapatista. Cuando el calor y el sudor del básquet era insoportable, irse a bañar a un paradisíaco río. Después del río, empezar a preocuparse por qué comer, cortar leña a machetazos, hacer la comida y comer. Por la tarde siesta, un libro o jugar al Go. Algo más de básquet y otra vez al río antes de que caiga la noche, esto coronaba la actividad diaria.
La verdad es que fue una estancia vacacional y no tanto la vida en una comunidad Zapatista, si no fuera por la tensión constante, a la que nadie alude pero todos saben que está. La tensión en los rostros aparece cuando se escucha un helicóptero pasar o cuando te cortan la luz a la noche, te la vuelven a dar por cinco minutos y te la vuelven a cortar de forma que uno sepa que el corte es intencional y que la noche va a ser larga.
El objetivo de retenerme tantos días en el Caracol, lugar bastante seguro y fuera de peligro, era que presenciara los festejos en ocasión del fin de curso de los técnicos en prótesis dentales. A través de una asociación civil griega, una pareja de ortodoncistas griegos estuvo un año en el Caracol y enseño a diez adolescentes a hacer prótesis dentales. Estos diez "técnicos" transitan por las diferentes comunidades, hacen moldes de la boca de los campesinos y vuelven al caracol, donde se instaló un laboratorio dental y allí confeccionan las prótesis.
Este es otro ejemplo de la lucha Zapatista, no armada, que se centra en promover la educación, la salud y la producción eficiente y ecológica de la tierra. Lucha centrada en la denuncia y la protesta, así como en la acción concreta y cotidiana. Que intenta resistir contra la avaricia y corrupción del mal gobierno. Lucha que pretende devolverle aquello que el gobierno Mexicano y las colonias previas le vienen negando hace ya más de quinientos años al pueblo aborigen: La dignidad.

Si quieren saber un poco más de lo que viene pasando en Chiapas, y ahora en el vecino estado mexicano de Oaxaca, les recomiendo que visiten la página del colectivo catalán El Lokal.

http://www.pangea.org/ellokal/chiapas/home/mexp.htm

También les recomiendo leer el Manifiesto Zapatista

lunes, 13 de noviembre de 2006

El Dia de los Muertos

Después de un largo viaje en bus desde Tulum, me apersoné en San Cristobal de las Casas, Chiapas, Mexico. El objetivo de este largo viaje era llegar a esa ciudad para el 31 de Octubre, Halloween. Me encontré en el hostal con gente que había conocido en otras latitudes y habíamos combinado llegar todos para esa fecha a San Cristobal. Después me dirigí al supermercado a comprar una gran bolsa de caramelos surtidos.
Al finalizar la tarde se empezaron a ver un montón de niños disfrazados de monstruos, fantasmas y cosas similares. Estos niños, en grupo, se te acercaban, entonaban una especie de villancico y luego extendían la mano en busca de sus merecidos dulces, que yo generosamente repartía.
Me había pasado toda la vida viendo esto en la TV o pelis yanquis y nunca lo había vivido. Es divertido ver cómo la calle principal de la ciudad de infesta de niños que entran a cada negocio, local o casa cantando a la vez que, los más golosos, se van comiendo los caramelos ya obtenidos. Sin embargo esta tradición de disfrazar a los niños es una importación cultural que hizo México de su big brother del norte. El auténtico festejo mexicano ocurre el día dos de noviembre, Día de los Muertos.
Temprano ese día me encaminé hacia el cementerio. Es algo increíble. Las dos cuadras anteriores estaban llenas de puestos ambulantes de tacos, quesadillas, muñecos de peluche, cerveza y mil cosas más. La atmósfera que se respiraba era como la de la entrada de un parque de atracciones. A las familias se las veía contentas, entrando al cementerio. No es para menos, porque dentro había una fiesta.
Arquitectónicamente el cementerio es un lujo. No existe ninguna regla sobre la construcción de las ermitas, las tumbas o los nichos. Cada quien hace lo que quiere. Te podés encontrar nichos súper modernos, otros más clásicos, alguno de diseño y hasta uno que parece obra de Gaudí. Las tumbas están hechas de cemento, encontrás típicas rectangulares al ras del suelo pero también hay algunas con unas cosas muy raras arriba. Todas pintadas de verde, rojo, azul, turquesa, amarillo, y demás colores llamativos. La antigua tradición cambió un poco y en la actualidad el festejo consiste en ir al mediodía para comer sobre la tumba del muerto. Es por eso que algunas tumbas están más altas, así ofician de mesa. Los nichos más pudientes hasta incluyen en su diseño unos bancos donde los familiares se puedan sentar cómodamente.
Y la gente come. Algunos se llevan su picnic, otros compran algo en los puestos de comida rápida que se instalan para la ocasión dentro del cementerio. Y la gente se divierte. Los niños juegan a la escondida entre las tumbas, las viejas se ponen a chismorrear, a veces se acuerdan de algún difunto y dicen "Qué bueno era". Los jóvenes se emborrachan. Las mujeres se van a comprar algún helado al tipo que pasa gritando como en la playa o capaz compran algún globo de rara forma a los más pequeños. Alguno dice "al finadito le gustaba tal canción" y llaman a uno de los múltiples grupos de mariachis para que la cante al lado de la tumba. Mientras los familiares brindan a la buena salud del muerto (no es joda).
En Buenos Aires no se celebra el día de los muertos, apenas halloween hace pocos años y lo único que se hace es poner en los bares unas telarañas y dos calabazas de plástico. Pero me dijo un alemán que en su país es un día muy triste, de luto, en el cual las familias van de negro al cementerio, llevan flores y rezan, algunos hasta lloran.
Nada más lejos de lo que pasa en Mexico. No hay luto, no hay formalidades. Es increíble esa actitud mexicana, ver la muerte como algo más de la vida, otra cosa inevitable. Claro que los entristece cuando alguien se muere, pero no están tristes el dos de noviembre. Ese día vuelven a estar juntos todos, los vivos y los muertos. Compartiendo la comida, la música, la tarde, la sobremesa en familia, los tequilas. Están juntos, compartiendo la vida.

A la vieja usanza

Actualmente el Día de los Muertos se celebra de una forma diferente. Pero en la antigüedad el ritual consistía en llevarle la noche del primero de noviembre al muerto la comida y bebida que a éste le gustaba. Obviamente se lo llevaban a su tumba, pero también en algunos casos desenterraban el cajón y depositaban la comida sobre el mismo. En casos más fanáticos, abrían el cajón (únicamente sólo si quedaba el esqueleto y nada más) dejando la comida dentro. Por la mañana del dos los familiares se la comían y bebían, pues tenían la creencia que el espíritu del muerto volvía esa noche y alimentaba su alma de esas cosas, dejando en ellas parte de su espíritu. De esa forma, al ingerir los familiares vivos estos alimentos, estaban haciendo una comunión con el espíritu del muerto. La tumba se adorna con una ramitas verde de un tipo de pino y sobre ella, con flores amarillas, se dibuja algún símbolo, en la actualidad generalmente es la cruz cristiana.
Después del cementerio de la ciudad de San Cristobal me fui para Chamula, un pequeño pueblo aborigen a una media hora de viaje. Cuando llegué los festejos ya habían concluido, pero pude observar que es bastante diferente a San Cristobal. En primer lugar el cementerio no está cerrado, es decir que no tiene paredes a su alrededor, ni alambres, ni nada, sólo un cartel que dice "cementerio" y en el centro se ven los restos de lo que fue una iglesia que hace ya mucho tiempo se prendió fuego. Segundo, las tumbas no son ni de cemento ni de marmol ni de nada. Los cajones están directamente enterrados en la tierra, y allá donde hay uno se puede apreciar un pequeño montículo, con tan sólo una cruz de madera con el nombre y las fechas del muerto.
En la iglesia del pueblo, que no es cristiana, se reúnen chamanes y curanderos a adorar a los santos. En una rara mezcla de la religión politeísta de los mayas y la cristiana, los santos son considerados como semi dioses y cada cual tiene un poder especial. Esta iglesia también tiene todo el piso cubierto de esas hojas de pino y dentro no hay bancos. A los costados, por todas las paredes, hay estatuas de diferentes santos y en el centro está San Juan, el santo con más poder. Ni Maria ni Jesús reciben un trato tan especial como San Juan.
Allí tuve la ocasión de ver a una curandera haciendo un ritual con velas y oraciones en maya para santificar una Pepsi, que luego sería bebida por el niño enfermo y toda su familia, para que éste se cure.
Pero lo que más me llamó la atención fue ver, en el cementerio, lo que les muestro en la foto: una tumba fechada en 1991 pero que el dos de noviembre del 2006 tenía la tierra removida. Al parecer en algunos lugares siguen festejando a la vieja usanza, sacando el cajón y los huesos del muerto.

Manifiesto Zapatista en Náhuatl

Reforma, Libertad, Justicia y Ley.

El General en Jefe del Ejército Libertador del Sur Emiliano Zapata.
Manifiesto Zapatista en Náhuatl.

Al pueblo de México:
A los pueblos y gobiernos del mundo:

Hermanos:
No morirá la flor de la palabra.
Podrá morir el rostro oculto de quien la nombra hoy,
pero la palabra,
que vino desde el fondo de la historia y de la tierra,
ya no podrá ser arrancada por la soberbia del poder.

Nosotros nacimos de la noche.
En ella vivimos. Moriremos en ella.
Pero la luz será mañana para los más,
para todos aquellos que hoy lloran la noche,
para quienes se niega el día,
para quienes es regalo la muerte,
para quienes está prohibida la vida.

Para todos la luz. Para todos todo.
Para nosotros el dolor y la angustia,
para nosotros la alegre rebeldía,
para nosotros el futuro negado,
para nosotros la dignidad insurrecta.
Para nosotros nada.

Nuestra lucha es por hacernos escuchar,
y el mal gobierno grita soberbia y tapa con cañones sus oídos.
Nuestra lucha es por el hambre,
y el mal gobierno regala plomo y papel a los estómagos de nuestros hijos.
Nuestra lucha es por un techo digno,
y el mal gobierno destruye nuestra casa y nuestra historia.
Nuestra lucha es por el saber,
y el mal gobierno reparte ignorancia y desprecio.
Nuestra lucha es por la tierra,
y el mal gobierno ofrece cementerios.
Nuestra lucha es por un trabajo justo y digno,
y el mal gobierno compra y vende cuerpos y vergenzas.
Nuestra lucha es por la vida,
y el mal gobierno oferta muerte como futuro.
Nuestra lucha es por respeto a nuestro derecho a gobernar y gobernarnos,
y el mal gobierno impone a los más la ley de los menos.
Nuestra lucha es por la libertad para el pensamiento y el caminar,
y el mal gobierno pone cárceles y tumbas.
Nuestra lucha es por la justicia,
y el mal gobierno se llena de criminales y asesinos.
Nuestra lucha es por la historia,
y el mal gobierno propone olvido.
Nuestra lucha es por la Patria,
y el mal gobierno sueña con la bandera y la lengua extranjeras.
Nuestra lucha es por la paz,
y el mal gobierno anuncia guerra y destrucción.

Techo, tierra, trabajo, pan, salud, educación,
independencia, democracia, libertad, justicia y paz.
Estas fueron nuestras banderas en la madrugada de 1994.
Estas fueron nuestras demandas en la larga noche de los quinientos años.
Estas son, hoy, nuestras exigencias.

sábado, 4 de noviembre de 2006

Tulum...

Temprano por la mañana, tipo 10:00hs, después de desayunar, me tomé el ferry para salir de Isla Mujeres, con destino Tulum. El impiadoso sol del Caribe, el viento en la cara y un arcoiris a tres metros de mis ojos formado por las gotas del mar que saltaban a los costados del veloz barco, me acompañaron en el viaje. Arribé a las orillas de Cancún, desde allí me tomé un bus y tres horas después estaba en Tulum. Este lugar se caracteriza por tres cosas.
  • Por tener unas pequeñas ruinas mayas, las únicas construidas en la costa. Los mayas eran unos genios de la astrología. En una las ruinas hay una especie de reloj solar al que, en cada solsticio o equinoccio, la luz solar lo atravesaba y proyectaba un pequeño punto de luz sobre la escultura de alguna divinidad. Tenían dos calendarios, uno según el año solar y otro acorde con el ciclo lunar. Ambos terriblemente precisos. Las ruinas no son gran que, pero se alzan sobre un acantilado de doce metros sobre la costa y toda la construcción fue concebida como una fortaleza. Tiene una pequeña pero acogedora playa a un costado, por donde se hacía el comercio marítimo. Tiene también una protección natural por el coral que hay en el mar, este hacía que los barcos naufragasen si no eran guiados por la luz de un faro que había en el templo principal. Hermosas ruinas.
  • Una playa increíble. Esto si que es el Caribe de las fotos. Más de diez kilómetros ininterrumpidos de playa casi desierta. Dicen que es el único lugar de la costa caribeña mexicana que todavía se conserva algo virgen, sin mega hoteles o cosas por el estilo. La arena blanca, el mar verde turquesa, el agua caliente, los pescaditos nadando. Todo lo clásico de las películas del Caribe.
  • Es la capital mundial de los mosquitos. Menudos hijos de puta. Como aún hay una abundante selva y es un lugar muy húmedo, los mosquitos se atrincheraron en Tulum y le declararon la guerra al hombre. Y la están ganando.
En fin, un hermoso lugar para pasar unos días, sin nada mejor que hacer que estar tirado en la playa, nadar un poco o practicar malabares. Mi intención era quedarme una noche, pero por asuntos de faldas finalmente me quedé tres. Ahora, por un tema de calendario, me veo forzado a acelerar un poco mi viaje y hacer diecisiete horas en bus para llegar a San Cristobal de las Casas, capital del estado mexicano de Chiapas.

Mas sobre Cuba...

Cuando fui al cumple de mi "tía" Tere, en Cuba, había un montón de niños de la familia de Tere haciendo barquitos de papel. Ellos me enseñaron a hacer uno. Yo les propuse, para retribuirles, hacer un avión. Uno de los chicos, de diez años, en tono irónico me dijo: "Preferimos los barcos. En avión necesitas pasaporte y para echarte a la mar no. Pero no se lo digas a nadie por que vas preso".
No pude más que reirme del asombroso sentido del humor del pendejo. Yo, con una infancia plagada de historias de piratas, me quede pensando en lo que un barquito de papel representa para estos chicos. Al rato los chicos se fueron a jugar a la calle y dejaron los barquitos de papel por cualquier lado. Encontré uno sobre el asiento de una moto. Al lado habían dejado una pluma con la cual una nena había jugado a que escribía una carta. Les saqué una foto. Una de las mejores fotos que saqué en mi vida, no por lo pictórico o lo técnico, sino por lo que simboliza: ser libres para ir a donde quieran, ser libres para escribir lo que piensan.

domingo, 29 de octubre de 2006

Preguntas Irresolubles

De vez en cuando se tienen unos momentos en los que se plantean preguntas que no son de fácil respuesta. El otro día yo tuve uno de esos. Estaba en Tulum, tirado en la blanca arena y mirando el verde mar. De pronto se prendió en mi mente ¿Por qué el mar es verde y no azul? A lo que siguió la pregunta ¿Por qué el mar es azul?
Cuando indagué, esto me dijeron: "El mar es azul porque es el reflejo del cielo", a lo que repregunté "¿Por qué el cielo es azul?" "Porque es el reflejo del mar"
La aplastante lógica de mi interlocutor me dejó sin palabras... así que por favor contéstenme ¿Por qué el mar es azul? y luego ¿Por qué en el Caribe es verde? Por favor, no me contesten "Porque Dios así lo quiso", como hizo una chica Belga.
Para los listillos que creen que se las saben todas, otra pregunta: ¿Por qué acá la arena no quema los pies? Son las tres de la tarde, hay un sol que raja la tierra y la arena permanece impoluta, uno camina descalzo y no se quema.
Cosa de Mandinga.

Quieren saber...

¿Quieren saber por que no estoy sentado en la palapa? (Esa construcción de cañas y hojas de palmera)
Porque estoy sacando la foto, pero treinta segundos antes y treinta después lo estaba. Y quince minutos antes y quince minutos después, estaba en el mar.

Eso fue en Isla Mujeres, un paraíso.

Far west

Toda mi vida llevé con orgullo el hecho de haber nacido y vivido en Morón, zona oeste, provincia de Buenos Aires. Por un lado porque no soy porteño, gente que por lo general no me cae muy bien en la primera impresión. Por el otro, porque conozco otra realidad que no es la de la capital (tuve una novia que nunca había salido de la capital, excepto para ir a la casa de lujo de su prima en San Isidro).
Pero siempre tuve que soportar burlas por lo siguiente:
  • Que vivía en el Far West y los indios me tiraban con piedras y flechas cuando el tren pasaba. (Piedras alguna vez sí he recibido, pero flechas nunca).
  • Que por ser nativo de Morón era demorón en el pensamiento.
  • Los más políglotas me decían que "moron" en inglés es idiota.
Bueno, para cerrales la boca a todos esos individuos, les dejo otra razón más para estar orgullosos de ser de Morón. Miren lo que dice al pie la foto del Che cuando tenía uno o dos años. La foto no se ve muy bien por el doble vidreo, pero igual se llega a leer. Hagan click en la foto para verla más grande.

miércoles, 25 de octubre de 2006

Isla Mujeres....

Ya sali de Cuba, la hermosa llave del golfo, según algunos o la cárcel flotante, según otros. Volé de La Habana a Cancún, México, pero mucho no me quedé porque no me gustó, así que a las tres horas me tomé un barco y desembarqué en Isla Mujeres.
Ese nombre, que inspira muchas fantasías, nadie sabe bien a qué viene. Una versión dice que se debe a que había un montón de estatuas de una diosa maya, de hecho en la punta sur hay un templo en su honor. O mejor dicho había, ya que lo que queda son las ruinas de las ruinas de templo. En el 1998 pasó un huracán y sólo dejo siete piedras tiradas una arriba de la otra que pueden haber sido un templo a la diosa como pueden haber sido unas piedras que dejó la marea.
La otra versión sobre el origen del nombre de la isla es que la misma se pobló de mujeres que venían a ganarse la vida ofreciéndole sus favores a los piratas que por el mar caribe navegaban.
Sea como sea, la isla es un lugar muy lindo. Tiene una sola playa que vale la pena, agua mansa, verde turquesa. Arena blanca y fina. Palmeras. Muy caribeño. En el Hostal donde estoy hay un bar sobre la playa y todas las noches fiesta y tequilazos. Por el día mar, alquiler de bici y pasear por la isla, que apenas tiene ocho km por dos km. Anoche, después de los tequilas, con un grupo de gente nos fuimos a bañar al mar y al salir descubrimos que nos habían robado todo. Así que me quedé sin una remera, sin toalla y lo peor, sin mis hermosas sandalias, con plantilla ortopédica incluida. Al menos no nos bañamos en pelotas. Se me olvidó que esto no es Cuba y que acá se roba mucho.
Hay algo muy curioso en la isla: casi no hay autos y la mayoría de la gente se mueve en carritos de golf. Esos chiquitos, blancos, que se usan en los campos de golf para que los ricos no gasten la suelas de sus zapatos. Son una plaga. Como no tiene claxon le ponen las de las bicicletas. Es por eso que si uno va caminado por la calle y escucha el toque de una bocina, no sabe si es que viene una bicicleta o un carrito de golf con treinta mexicanos dentro, embebidos en tequila a las dos de la tarde.
En fin, la isla es un paraíso, pero las fantasías que puede inspirar el nombre, en la práctica no se materializan. Mujeres... en pural, no.

Mini Tour por Cuba

Cuba es un encanto. Llegué por la noche al aeropuerto Jose Marti y después de regatear con varios taxistas el precio del viaje, me apersoné en la casa de Tere y su hija Mara, la gente amiga que me alojaba gratuitamente en La Habana. Gente muy amable, que yo tuve la oportunidad de conocer en Argentina por el que ex marido de Tere y su otra hija viven allá. Antes que a mi Tere y su flia dieron alojamiento a mis padres y a mis hermanos cuando ellos fueron para Cuba, así como también a varios amigos de mi familia.
En Cuba hay una enorme epidemia de dengue, Mara estaba en cama y había pasado los últimos tres días con fiebre. Como la salud de Mara todavía estaba complicada, con Auri, mi amiga española que me acompañó en la travesía por Cuba, decidimos irnos hacia el interior. Viajar en Cuba es una experiencia extraordinaria. El azar nos hizo llegar a Las Tunas, localidad debe su nombre a esos frutos tan ricos como peligrosos porque nacen de un tipo muy espinudo de cactus. Las Tunas es la localidad de las esculturas. Por todos lados hay esculturas gigantes, casi en cada esquina. Llegamos el domingo en medio de la feria rural de la ciudad (o mejor dicho del pueblo, porque de ciudad Las Tunas no tiene nada). Gran fiesta con cerveza casera a 5 pesos (0,25 euros) el litro, música, hermosas mulatas, y buena gente. Nos hicimos amigos de un tipo que trabajaba en la parte de cultura del gobierno y pasamos una noche hermosa.
Dos días estuvimos en las Tunas y decidimos partir para Guayamo. Pero los trasportes cubanos son como son y terminamos entrada la noche en Holgin. El alojamiento que conseguimos en Holgin era demasiado precario como para estar mucho tiempo y a la mañana siguiente de llegar partimos a Santiago de Cuba.
Santiago en una ciudad linda, con un puerto súper importante, una Catedral y no mucho más. Ideal para llegar un mediodía, pasar sólo una noche y partir a la noche siguiente. Eso es lo que hicimos. De casualidad entramos a un centro cultural y nos enteramos que esa noche había fiesta universitaria y a la fiesta fuimos. Con Auri éramos los únicos dos extranjeros, pero no hubo problema. Lo bueno era que eran estudiantes de economía, y al preguntar que estudiaban de economía en un país socialista una chica me respondió "lo mismo que en todo el mundo, pero con la visión marxista".
Después de la fiesta estuvimos todo el día paseando y por la noche partimos pasa Camaguey. Allí nos esperaba un abogado amigo de mi familia y pasamos tres hermosos días. Fue interesante, porque pudimos hablar mucho de política (en Cuba nadie habla a menos que estés en mucha mucha confianza) y tener la visión de gente ideológicamente de acuerdo con el régimen y a la vez muy critica. Eso es lo raro de Cuba, pero es entendible.
Después de Camaguey nos fuimos a Trinidad, cuidad patrimonio de la humanidad. Esto significa que la UNESCO da dinero para que la restauren y la cuiden. Por lo tanto la ciudad está muy restaurada y cuidada. Ciudad de trecientos años, no cambió mucho en ese tiempo, como todo en Cuba. Casas coloniales, iglesia barroca, calles empedradas, muy bonita. Por una tontería en la salud de Auri se hizo imprescindible ir al médico, quien se quedo con todo nuestro dinero. Justo al día siguiente era día festivo y todo estaba cerrado, incluyendo bancos y la única casa de cambio (cajero automático no existe). Así que estuvimos varados todo un día en Trinidad y recién al día siguiente pudimos sacar dinero, pagar el hospedaje en la casa donde nos quedábamos y comprar el pasaje para Santa Clara.
Lo primero que uno piensa en Santa Clara es "acá no hay una mierda que hacer". Y es casi cierto, si no fuera por el Che. Santa Clara tiene el gran valor histórico de ser la primera ciudad que tomó el Comandante Che Guevara cuando Fidel lo ascendió a Comandante. Con la caída de Santa Clara en manos del Che, el dictador del poder en Cuba, Batista, supo que él perdía y ganaba Fidel y se fugó de la isla. En menos de diez días desde la victoria del Che las tropas de la revolución se hacen de la Habana casi sin encontrar resistencia y Fidel toma el poder.
Así que Santa Clara es una ciudad-monumento al Che. Está el mítico tren blindado. Tren militar con veintidós vagones, que traía cuatrocientos ochenta soldados fuertemente armados a las órdenes de Batista, dos metrallas antiaéreas y muchos fusiles. Fue tomado por un grupo de diecinueve hombres en menos de cinco horas gracias al genio estratega militar que resultó ser el Che. También en esta ciudad está el mausoleo del Che. Monumento que levantaron cuando Argentina aceptó la extradición de sus restos y donde hoy descansa finalmente el Comandante Ernesto Che Guevara.
Y de Santa Clara partimos a La habana, pero eso es otra historia.

Fidel

Tiempo atrás, cuando llevaba apenas dos o tres meses en Barcelona, Fidel se tropezó y se quebró algo. Al ver la noticia por TV con un compañero de trabajo yo dije "pobre, ojalá se recupere" y mi compañero me miró con cara rara y dijo "ojalá que se muera el dictador hijo de puta ese". Yo me quedé duro. Nunca en mi vida había escuchado llamar a Fidel dictador. Creo que una parte importante del pueblo argentino lo aprecia bastante. No por nada fue nombrado ciudadano ilustre por el gobierno de la Ciudad de Buenos Aires.
Supongo que es porque en toda latinoamérica estamos económica y culturalmente dominados por Estado Unidos. Cuba no, resiste firmemente. Fidel, en un barquito de mierda, con otros ochenta y un tipos llegó a Cuba del exilio. Armó la revolución y derrocó al dictador Batista, impuesto por yanquilandia y la mafia. Eso es algo muy admirable. Creo que por eso yo siempre defendí a Fidel y a sus ideas. Cuando me propuse ir a Cuba me propuse también saber cuál es la visión sobre Fidel del pueblo cubano.
Esta todo muy mezclado. Es cierto que en Cuba no hay un sólo cubano que pase hambre. Mucho menos alguien que no tenga un techo para dormir. Todos tiene educación gratuita y de calidad. Los médicos cubanos son excelentes y toda la responsabilidad de la salud de los niños recae sobre el estado y no tanto sobre sus padres.
Pero hablando con la gente te das cuanta de que eso no alcanza. Conocí gente que me dijeron que daría la vida por este sistema y sin embargo fueron los que más lo criticaron. Las quejas se basan todas en tres puntos:
  • Tener la libertad de salir y entrar al país cuando quieran. En Cuba hay que pedir una autorización especial y pagar una cantidad imposible de plata para salir.
  • Que se destruya la doble economía y las diferencias sociales que ella causa.
  • Tener una vivienda estéticamente agradable. La mayoría de la gente vive decentemente, pero medio apretados y en casas que no son muy bonitas. Esperan que el gobierno lo solucione.
Cuando uno está en Cuba piensa exactamente lo mismo. Quizá por eso mucha de la gente quiere a Fidel, pero está deseosa de que esas cuestiones se arreglen. La cosa no es tan grave, o al menos eso piensa uno en la superficie. Al investigar un poco mejor se da cuenta de que Cuba es una imagen. La educación esta en decadencia. Muchos de los profesores prefiere trabajar de otra cosa que les reporte más dinero. El gobierno creó un plan especial y en dos años cualquiera es profesor. La educación se fue a la mierda.
La salud es otra imagen. Si hay un montón de hospitales y médicos, pero no tienen ningún recurso. Con decir que no usan jeringas descartables, todavía tienen las de vidrio que hay que esterilizar después de cada uso. Los mejores hospitales están destinados para los extranjeros. Existen dos tipos de farmacia. La de los cubanos y la de los turistas. La farmacia cubana casi no tiene medicamentos. Los cubanos tiene prohibido comprar en la de turistas. Suponiendo que alguien les manda dolares desde afuera no pueden comprar. Se puede pensar que esto es culpa del bloqueo. Cuba no puede comprar medicinas en el mundo. En parte lo es. En parte es por culpa de uno de los errores más grandes del gobierno cubano: Todo lo que tiene, lo tiene que importar. Todo se lo proveía la Madre Rusia. ¿Cómo se explica que Cuba tenga que comprar arroz a Vietnam teniendo kilómetros y kilómetros sin plantar nada?
Todo esto tampoco es tan grave. Faltan cosas, tiene sus defectos. Aunque nadie muere de hambre. Nadie deja de ir a la escuela, aunque su calidad no sea óptima. Nadie duerme en la calle. Nadie está muy mal atendido en lo que es salud pública. Todos estos aspectos están mejor en Cuba que en muchos otros país latinoamericano.
El problema grave es la falta total de derechos civiles. Porque algún hijo de puta quiso salvar su culo le dio a la policía el nombre de una amiga mía. En la calle, a plena luz del día, cuatro tipos la metieron en un auto. La llevaron a una granja abandonada en el medio de la nada y la tuvieron seis horas de interrogatorio. No hubo tortura física, pero si crearon un malestar psicológico increíble. Después revisaron toda la casa entre otros dos policías. Sin un Juez que oficie, sin orden de detención o de allanamiento. Si te encuentran literatura "prohibida", fuiste. En Cuba, según la ley 88, no se puede hablar mal del gobierno.
No se si Fidel es un dictador, pero el estado cubano tiene rasgos dictatoriales. Igualmente lo más importante es lo que Cuba plantea ¿Qué es preferible? Un país donde nadie pase hambre, todos tengan techo, algo de salud y un poco de educación pero el costo sea un estado con el poder para controlar la vida de sus ciudadanos. O una patria donde falte la educación, donde haya desnutrición y pobreza pero se presuponga inocente a los ciudadanos hasta que se demuestre lo contrario. ¿Qué es mejor? Que los medios de comunicación estén manipulados por el gobierno o por corporaciones multimediaticas. No lo sé.
Lo que si sé es que quiero vivir en un lugar donde pueda hacer lo que más amo: Pensar, viajar y escribir.

Cuba no es ese país.
Y es una lástima.

La Habana

La Habana es el nombre de una ciudad preciosa. Llena de encanto, es la capital de Cuba y me fascinó. ¿Por qué me fascino? No lo se. No es diferente a muchas otras ciudades, y a es a la vez tan única como cualquier otra ciudad.
La Habana tiene algo en el aire (aparte del smog). La primera vez que salí a pasear me fui caminando hasta el gran cementerio. Gigante como buen cementerio de una ciudad y casi todo en mármol blanco. Pero lo que más me impacto fueron las calles y los autos que pasaban por ella. Autos de los 40, los 50 y los 60 en su mayoría. Iban esparciendo humo y dejando toda la ciudad impregnada con ese familiar olor a gasolina mal quemada. Eso es lo que me fascinó de la Habana, la familiaridad. Me hizo acordar mucho a esos pueblos o ciudades del interior de Argentina. Lugares en los que, cuando íbamos de vacaciones con mi familia, parábamos a dormir o a reparar el auto.
Así que en los siete u ocho días que estuve en La Habana me dediqué a caminar mucho. Me caminé toda la avenida 5, en el barrio de Miramar, que irónicamente no tiene ningún punto desde donde se vea el mar, a pesar de estar a sus costas. Esto es por que es el barrio de las embajadas y los consulados. Toda la costa esta acaparada por las casas de los embajadores o de empresarios extranjeros. Caminé por el barrio del Vedado. Barrio de topografía cuadriculada, donde todas las calle paralelas al mar tienen por nombre un número impar y aquellas que las cortan llevan números pares o letras. En este barrio está la mítica heladería Coppelia. También se encuentra "La Torre". Es un bar restaurant en el piso 33 del edificio más alto del barrio, desde el cual se ve toda La Habana y el mar.
Pero lo mejor de La Habana es la parte vieja. La ciudad está construida en la desembocadura de un río al mar, sobre la costa oeste del río. Allí se encuentra la parte vieja. Esta parte vieja tiene un doble encanto. Por un lado las casas están hechas mierda, parece que los edificios se caen a pedazos (y algunos lo hacen) pero no por ello es fea, sino mas bien lo contrario. Ver las edificaciones antiguas, a las que hace años nadie les hace el más mínimo arreglo, da la sensación de pasear por una ciudad luego de un bombardeo. El otro encanto que tiene es la parte "restaurada". Con capitales de universidades de arquitectura del extranjero y el oficio del historiador se decide que tal edificio es importante y se lo repara. En realidad todo estos trabajos se hacen pensando en el turista. Así fue como pusieron modernos adoquines en las calles y repararon la fachadas de todas las casas de varias calles céntricas. Cuando uno camina por allí sabe que eso no es La Habana real, sino el decorado puesto para el turista, pero no por ello es menos hermoso.
Del otro lado de la bahía se encuentra El Morro, antiguo fuerte militar llenos de cañones, que defendía a la Habana del ataque de enemigos o de piratas. Hoy, como desde hace 350 años, a las 21:00hs, se hace una ceremonia muy bonita de disparo de un cañonazo. En la antigüedad su ruido indicaba que se debían cerrar las puertas de la muralla que contenían a la ciudad. Hoy se hace por tradición y atracción a los turistas.
En definitiva, La Habana es una increíble ciudad. Recomiendo que visiten antes de que la conviertan en un parque de atracción turística.

Business are Business

La economía en Cuba es muy rara. Antes de la caída del bloque soviético Cuba tenia todo lo que necesitaba y más, porque ellos se lo regalaban. Ahora la cosa cambió. En principio hay dos monedas, el peso convertible, uno a uno con el dolar, y el peso moneda nacional, veinticinco a uno con el dolar.
Con la doble moneda hay una doble mercado. Tiendas y productos que sólo se pueden comprar en dolar cubano por un lado. Almacenes y bodegas donde se compra en moneda nacional por el otro. Con el doble mercado hay una doble economía. Están los que acceden a dolar trabajando en turismo, hostelería o porque se los mandan de afuera. Están los que viven del sueldo estatal, que en promedio equivale entre quince y treinta dólares al mes. Los que tiene dolares pueden acceder a productos y servicios a los que no acceden los que no tienen dólares. La comida que te proporciona el estado a través de la libreta de racionamiento, que es buena, sana y variada, pero alcanza hasta el quince de cada mes. La otra mitad del mes hay que comprar comida en las tiendas de precio dolar. El litro de aceite cuesta dos dólares.
A pesar de eso en Cuba nadie pasa hambre. No porque lo que les de el estado alcance, sino porque todos consiguen dolares de alguna manera. Esto crea un fenómeno curioso: Nadie vive de su trabajo en el estado. Los pocos que lo hacen, lo hacen por elección, porque creen firmemente en los ideales revolucionarios. Sino todo el mundo tiene negocios por acá y por allá. Negocios a espaldas de la ley. El de la bodega de racionamiento altera la balanza y se queda con un poco de arroz o frijoles. Luego los vende en la "bolsa negra", como se le llama al infinito mercado ilegal. Sino alguien consigue un poco de ropa y la vende. Las amas de casa hacen pastelitos y se los venden a sus vecinos. Todo esto es ilegal. Todo el mundo lo hace. Hasta el más revolucionario, se busca la vida por la izquierda. Lo cual crea un ambiente donde la ley importe poco.
La doble economía creó más desigualdad social. Vi una heladería que tenían dos cajas. Una en dolares cubanos y otra en moneda nacional. El cubano que paga con convertibles tiene los mismos helados que en cualquier parte del mundo. El cubano que paga en moneda nacional tiene un único sabor y un helado de mucha peor calidad. En los países capitalistas el que tiene más dinero puede acceder a más servicios. En Cuba no se trata de tener más o menos del MISMO dinero. Es tener o no tener el dinero que sirve.

Otro deporte nacional cubano

Cuando le preguntás a un cubano ¿Cómo esta? ¿Qué tal le va? o ese tipo de cosas, responde con la frase de cabecera de todo cubano: "En la lucha". Ese es el otro deporte nacional en Cuba: La lucha diaria de llegar a fin del día. Nadie se muere de hambre. Todos tienen una cama donde dormir. Pero todo en Cuba es una lucha.
Otra frase de cabecera: "No es fácil". Ambas frases conforman el vocabulario básico del cubano. Que se te pasó el arroz: No es fácil. Que internaron a tu tío un un neuropsiquiátrico: No es fácil. Que te olvidaste de comprar ajo y tenés que volver a la tienda: No es fácil. Que la policía especial se lleva a tu hija seis horas de interrogatorio: No es Fácil.
Nada es fácil en cuba. Bueno, las mujeres si lo son, pero ese es otro tema.

Time is NOT money

En Cuba el tiempo no tiene valor. No es una mercancía. La gente puede estar apurada algunas veces, pero no siempre. Al no tener valor, no importa malgastarlo. De hecho no se puede mal gastar el tiempo, porque el tiempo no se gasta (bien o mal). Simplemente pasa. Como no se puede gastar el tiempo todo funciona como el culo, pero a nadie le importa. Les da lo mismo esperar cinco minutos que una hora para algo. Pero no es que estén resignados y acostumbrados, es que en su mentalidad no entra el concepto de gastar el tiempo, ni propio ni ajeno. Es por esa razón que no es de extrañarse que te hagan esperar por las cosas mas ridículas. La cajera de una tienda puede estar hablando con su novio por teléfono y hay cinco personas esperando en la caja. Nadie le dice nada, total para qué, si no están perdiendo nada.
En la mayoría de las casas hay como mínimo un reloj, lo más común es que haya dos o hasta tres. Todos puestos en lugares visibles, con números grandes. Ninguno funciona. En Cuba los relojes no funcionan. Paré a un tipo por la calle y le pregunté la hora y su reloj no funcionaba.
Es cierto que en los últimos años llevar reloj (que funcione) se convirtió en un hecho de status social. Muestra a los demás que uno tiene dinero. Si no fuera por eso, los relojes serian inútiles. Nadie se toma su trabajo muy en serio y llegan todos tarde (siempre está la excusa del transporte). Hay quienes dicen que los relojes en las casas no funcionan porque nadie va a malgastar el dinero en una pila. Yo fui a casas con relojes a cuerda y tampoco estaban funcionando. ¿Para qué van a funcionar? Es un objeto tan obsoleto como la idea de tratar de pagar una casa con bloques de sal.
Es por eso que el tiempo no se mide en horas, minutos y segundos, sino en "ahorita" "más tarde" o "mañana".
Vivir en una sociedad donde el tiempo no tiene precio debe ser hermoso, sobretodo porque uno se puede pasar horas en el cibercafé sin que le cobren. No es mi caso, así que ahorita mismo me despido porque más tarde tengo que ir a comprar un pasaje para mañana.

Gente rara

Estos comunistas son gente rara. Y cuando me refiero a "estos" me refiero a los cubanos. Ellos mismos se denominan guarosos. Una persona guarosa es aquella que entra en confianza muy rápido y a los diez minutos te trata como si te conociera de toda la vida. Como si fueras el mejor de los amigos. Todos los pueblos caribeños son así, pero el cubano creo que más. Por un lado el hecho de que el tiempo no tenga valor económico hace que hablar de cosas innecesarias no sea una pérdida de tiempo. Por otro, sus penurias económicas, sumadas a la educación con ideales socialistas, los convierte en personas muy solidarias. Basta dar el ejemplo de July y su esposo Vladimir, ambos sobre el final de los treinta años. Enfermera y médico respectivamente. Los conocí en una de esos raros transportes cubanos, mientras viajábamos de Las Tumas a Holgin (sesenta km tres horas de viaje). Al llegar a Holgin ya había caído la noche y el dato que teníamos para pernoctar no funcionó. Nos quedamos en pelotas, a las diez de la noche en la estación de autobuses (que es una ironía llamarla así porque lo que hay en realidad son camiones).
La pareja ésta nos ofrece, a Auri y a mí, pasar la noche en su casa. Era por demás humilde, pero muy acogedora. Imagínense que en ella vivían el matrimonio, un hijo de nueve años, otra hija de dieciocho meses, ambos padres de ella y un estudiante boliviano de medicina que se quedó sin casa en Cuba y esta familia lo adoptó.
Claro que siempre está el cubano que aprovecha y que "acosa" al turista. El que se hace amigo para ver si uno que trae dinero de afuera le paga una birra o le regala algo de ropa. Esto es una lástima, porque se está desdibujando el verdadero sentido y significado de tanta amabilidad. Tanto que a veces uno entra en paranoia si la persona que se acerca lo hace porque sí o porque te va a terminar pidiendo algo.
Pero esta característica, esto de ser guaroso, se manifiesta en su máxima expresión en lo que he denominado "El deporte nacional de Cuba". Este deporte es hablar. Hablan todo el tiempo. Cuando vas al mercado, todo los clientes hablan y hablan y hablan y hasta que uno no para de hablar, no se atiende al siguiente. Cuando van en el bondi, hablan y hablan. Cuando les preguntás una dirección, hablan y hablan. Cuando llegan a la casa, hablan y hablan, pero esta vez por teléfono, que es muy barato. En una casa de cuatro personas el noventa porciento del tiempo el teléfono está en uso. El colmo es que tienen dos conversaciones simultáneas por teléfono. Hablan con uno y a los tres minutos le dicen "esperame que tengo una llamada en espera" y se ponen hablar con el otro por un rato. Así siguen hablando, tres minutos con uno y tres con otro, durante una hora entera. Es increible.
Por todas estas caracteristicas, un poco chocantes al principio, es que el pueblo de Cuba es algo maravilloso, amable y solidario. Un pueblo digno de conocer y que esperemos que no cambie nunca. Aunque a estas alturas eso es una utopía.

2000 horas de viaje surrealista

Viajar por Cuba es una experiencia surrealista. El primer día salgo desde la casa donde estoy alojado y me tomo una guagua, es decir un bus urbano. Después de esperar quichicientas mil horas llega a la parada super lleno. Luego de tirarle por la ventanilla el dinero a uno que cobra los boletos, me subo por la puerta de atrás, o al menos eso intento. Sólo pude poner un octavo de mis pies en el suelo de la guagua y el resto de mis pies (y todo mi cuerpo) quedó colgando fuera, mientras arranca. Viajar así no es una novedad para mi, que nací en la provincia de Buenos Aires. Sálo Dios sabe cuántas estaciones de tren habré visto pasar a mis espaldas con medio cuerpo afuera en el Sarmiento. Lo realmente chocante en la guagua fue ver, entre la cabeza de los miles de sudados pasajeros, un cartelito en catalán que dice (traducido) “Multa por ir sin boleto: 40 euros”. Me empiezo a fijar con atención y era una guagua catalana. Exactamente igual a los buses de Barcelona, pero completamente hecha mierda. Pero eso no es todo, al bajarme puedo apreciar que tiene la misma publicidad que allá: Un gigantesco cartel de la aerolínea Transavia que ofertaba vuelos Barcelona-Amsterdam por 20 euros. Al parecer el gobierno catalán le regaló a Cuba unos vehículos que estaban muy dañados para que los cubanos los arreglen y los usen.
Si eso fue un shock, imagínense tomar un bus escolar idéntico al de los Simpson. Amarillito y con el letrero que dice "School Bus". Ni que hablar de los bici taxi, aquellos extraños aparatos en los cuales dos personas se montan y son tracción a hombre.
Pero lo mejor es viajar en "Maceta". Paso a describir: Camión en cuya parte de atrás, en la caja cerrada, pusieron cuatro largas tiras de chapa dura como el mármol. En ellas la gente se sienta. Es el trasporte larga distancia de los cubanos. El primero que me tomé fue una experiencia trascendente. Yo quería ir de La Habana a Santa Clara, pero pasó por la ruta uno que dijo "Las Tunas". Como también quería ir para allá, me monté. Catorce horas para hacer 657 kilometros. Sentados sobre un hierro frío. Metidos en una caja que multiplicaba por mil el efecto invernadero. Toda la noche. Teniendo más paradas que un corazón con veinte infartos. Pero la pasé muy bien gracias a los cubanos, que son como sólo ellos saben ser. En seguida me hice amigo de uno que era fanático de las peleas de gallos. Me explicó mucho de este deporte, que más que deporte es un arte, por todo el trabajo que lleva entrenar un gallo y mil cosas más. También estaba la típica vieja con trombosis que no se podía subir y entre todos la tuvimos que tirar arriba del camión. La señora calienta penes que se pasó toda la noche insultándose con el viejo borracho de turno o la linda morena adolescente que era el suspiro de los que viajábamos. Todos estos eran los matices que completaban la escena que parecía sacada de la cabeza de Luis Buñuel.
Pero lo mejor de todo es esa sensación tan latinoamericana de no saber a qué hora pasa un trasporte, ni cuánto va a tardar, ni siquiera saber si va a pasar o no. Capaz suspendieron el servicio y nadie lo sabe. Los boletos no se pueden comprar por adelantado, porque nunca se sabe si llega o no el trasporte. En la parada te podés pasar el día entero y no pasa nada.
Por eso en Cuba el transporte funciona a dedo. Todo el mundo pide que lo lleven. Tanto es así que existen los inspectores azules. En los puntos claves de la ciudad se para un policía vestido de azul. Uno se acerca, le comenta donde va y éste empieza a parar todos los autos que tengan matrícula azul (los que son del estado y se los asigna a trabajadores). Si el auto va para donde vos vas tiene la obligación de llevarte. Un lujo el hecho de que hacer dedo esté tan bien organizado.
De esta manera, entre maceta y bicitaxi, entre carros a caballos y guaguas catalanas, me recorrí la isla de una punta a la otra, viajando como cubano. Tratando de vivir su realidad lo más cerca posible.

miércoles, 27 de septiembre de 2006

Pa´ Cuba me voy, chico

Dejo una vez más Barcelona, sabiendo que nos volveremos a ver. Hace un tiempo que no realizo viajes ni vacaciones. Hace un año y medio que no salgo de España. Hace muchos más que no hago un viaje largo. Tengo un síndrome de abstinencia increíble. Así que llegó la hora de ponerse la mochila al hombro y enfilar para nuevos horizontes. En esta ocasión serán horizontes caribeños. Planeo pasarme los próximos tres meses paseando por Centroamérica. Hoy parto hacia Cuba, para ver al compañero y comandante Fidel (antes de que la palme). Después me cruzaré a México, con intenciones de seguir por Guatemala, Honduras, Nicaragua, Costa Rica y Panamá. Para terminar volando desde Panamá hasta Buenos Aires.
Nos volveremos a ver las caras dentro de algunos meses. Mientras tanto no se olviden de este individuo que siempre los lleva en el corazón. Que siempre los está añorando.

lunes, 19 de junio de 2006

Partir

Mi hermano vino de visita y en total estuvimos juntos veintiún días. El sábado pasado emprendió su viaje para Buenos Aires. La alegría que me provoco su visita fue enorme. En su breve estancia tuvimos risas, llanto, charlas, mate, paseo, turismo, discusiones, alegrías y algun que otro mal de amores. Cuando me entere de que iba a venir me ilusione mucho. Creí que su viaje sería unas vacaciones juntos. Pero de vacaciones no tuvieron nada, fue mucho mejor. Porque las vacaciones son como un paréntesis en la vidas. El viaje de mi hermano fue como la vida misma, con sus pequeñas putadas y con sus gigantescas alegrías.
Cuando partió me entró una gran nostalgia. Siempre pasa cuando uno deja a un ser querido. Mucho peor para el que se queda. Entonces me di cuanta del que se quedaba era yo. Mi hermano volvía al que (por ahora) es su lugar en el mundo y yo me quedaba en el que (por ahora) es el mío. Su partida más que un reflejo de la mía de Buenos Aires fue encontrarme cara a cara con el hecho de quedarme en Barcelona. Pero digo “por ahora” por que es muy probable que pronto deje esta ciudad y mis pies empiecen andar un viaje. Por qué ruta muy claro no lo tengo, en que fechas menos, pero si sé que para fin de año mis pies pisaran el suelo de mi Buenos Aires querido. Eso es lo que me trajo mi hermano desde Buenos Aires, ese fue su mayor regalo de cumpleaños: la iluminación. La posibilidad de ponerme a reflexionar sobre lo que quiero hacer en mi vida en este momento: Viajar. Entonces me di cuenta de que el viaje de mi hermano no era un reflejo de mi viaje pasado, sino de mis viajes futuros.

viernes, 24 de marzo de 2006

Hoy, pero hace 30 años

Nací hace casi veintiséis años y por simple lógica no estaba vivo a hace treinta. A pesar de ello, no puedo evitar sentir cómo el alma se me entristece ante la llegada del 24 de marzo. Un 24 de marzo, pero hace treinta años, ocurría un golpe de estado en Argentina. A partir de ese momento se inicio lo que mi madre llama la peor y más violenta dictadura sufrida en el país. Como no viví esa época, mucho no puedo decir. Seria un hipócrita (además de ser una inmensa falta de respeto) hablar del dolor de algunos, o del miedo de otros. Como un rompecabezas al que le faltan muchas piezas pude reconstruir fragmentos de la historia de los dos protagonistas más cercanos que tengo, mis padres. Ambos protagonistas activos en la lucha anti militares (quizás demasiado activos) siempre se mostraron un tanto reacios hablar de aquella época. Quizás por el hecho de que sus historias siempre terminan con frases como “El negro no se que, que se lo chuparon en el 77” o “Tal otro, que pensó que en Bolivia iba a estar más seguro, pero se equivocó”. En fechas como esta me pregunto qué seria hoy de mí y mis hermanos si mis viejos hubiesen corrido la misma suerte que muchos de sus compañeros de aquella época. ¿Estaría yo acá, escribiendo esto? ¿Mis hermanos serian mis hermanos, o serian los falsos hijos de otras personas?. Una muy fina línea hecha de pura suerte es lo que hace que sean hoy mis viejos los que recuerdan a sus compañeros y nos sean sus compañeros los que los recuerdan a ellos.
Cuando pienso en ello, cuando pienso en la angustia de no tener una lápida donde llorar a los muertos, cuando pienso en las familias rasgadas, en la indigna muerte de tantos, en la tortura sufrida por muchos, es que me quedó sin palabras. Entonces, desde el hondo de mi pecho sale una frase. Una frase que no es mía y que ya pertenece a todo el pueblo Argentino. Por eso es que les quiero dedicar esa frase a los que no van a volver; a los que buscan un lugar donde llevar las flores a los suyos; a los que buscan a través de unas minúsculas fibras de ADN a los niños, hoy ya hombres, que sufrieron el peor de los robos, el de la identidad; a los que trabajan para que no se extienda como un virus la insana costumbre argentina del olvido.

A todos ellos, a todos ustedes, simplemente les digo: Nunca Más

martes, 3 de enero de 2006

Qué viejo estoy

En casa está el sobrino de doce años de una de mis compañeras de piso. Hoy comimos todos juntos y la charla derivó en el tema video juegos. “El juego que realmente me marcó – dije yo ingenuamente – fue el Doom, te estoy hablando del año 93” “¿Del 93? El año que yo nací” dice el pendejo irrespetuoso.
Con esa simple frase me cayó la ficha de que ya no soy un pibe. Pongámonos a pensar un poco. Para hacer números redondos digamos diez años. Hace diez años empezaba en Argentina el segundo mandato de un reelecto presidente que por cuestiones de cábala supersticiosa no me atrevo a nombrar. Hace diez años las mayorías de las PC funcionaban con D.O.S por que no hacía ni seis meses que se había lanzado el Windows 95 y no estaba muy extendido. Hace diez años no existía Internet, o al menos no como la concebimos hoy día. Hace diez años yanquilandia se encontraba en un gran problema oral, dijo moral, por las actividades que su presidente tenía con una becaria. Hace diez años descubríamos en Latinoamérica lo que eran los X-Files. Claro que los descubrimos gracias a que hace diez años se formaba Multicanal y nos abría las puertas al mundo (televisivo). Hace diez años no existían las teletiendas ni teníamos las incontables horas de humor que nos proporcionaban las publicidades de sus productos.
Como cambia el mundo en diez años, y después dicen que veinte años no es nada. Hace unas horas me di cuenta que este chico que nació en 1993 nunca vivió en un mundo sin Internet. Me sentí como debe haberse sentido mi bisabuela hace diez años, cuando le pregunté cómo era posible que ella haya nacido en un universo donde no existía la lamparita eléctrica. Hace unas horas, por primera vez en mi ida, me sentí realmente viejo.
Ante este sentimiento uno cae en el vacío del tiempo que ya se fue. En esta tarde gris de este frío enero los parlantes suenan a todo volumen. Los Redondos me gritan a la cara que “El futuro ya llegó, hace raro”. Yo discrepo. El futuro no sólo llego hace rato, sino que llegó y se fue. Y yo acá sintiéndome toda una vida más viejo. Qué ingenuo fui cuando, hace tres días, brindé por el año nuevo. Cuando era joven, cuando era feliz. Cuando levanté mi copa por un año más.