miércoles, 11 de agosto de 2004

La mejor joya de la corona

En las afueras de París se encuentra el Palacio de Versalles. El mismo fue vivienda de El Rey Sol (no Marquesi*, sino Luis XIV, el de “El hombre de la máscara de hierro”). Los franceses dicen que fue un rey muy querido en Francia. Gracias a su gran inclinación hacia las artes París es conocida como la capital mundial del Arte (sí, con “A” mayúscula). La historia dice que fue un muy buen Rey. Además fue un rey muy longevo, de hecho creo que vivió más que todos sus hijos y su nieto heredero, dejándole el trono a su bisnieto. Esto último no lo puedo aseverar dado que no entiendo nada de francés y capaz fabulé todo eso mientras la guía hablaba de cómo se lavaba los dientes (por no ser grosero y decir otra parte de su anatomía).
El palacio es algo impresionante, construido en forma de “U”. Lo curioso es que no tiene pasillos. Si uno quiere ir del salón comedor a la recámara del Rey tiene que pasar por cinco o seis salones intermedios, en los cuales se desarrollaban otras actividades. Al parecer el pasillo es una invención moderna de una sociedad obsesionada con lo privado, derivado de la obsesión por la propiedad privada.
Pero lo más impactante del Palacio son los jardines. Un bruto lago artificial de tres kilómetros de largo en forma de cruz es el eje de los jardines, donde el Rey practicaba deportes náuticos. Antes de llegar al lago hay jardines, algunos con forma laberíntica, otros floridos. Realmente sabían vivir los reyes esos. Mas allá hay unos bosquecillos y dos pequeños palacios, donde el Rey alojaba a su madre y luego él mismo al retirarse de la vida política. El palacio fue muy dañado en la Revolución (como todos los monumentos o iglesias de París), pero Napoleón 1º, “El grande”, lo reconstruyó para sí y para Maria Antonieta.
Sé que es una tontería, pero nunca antes había estado en un lugar donde haya vivido un rey. Y para ser honestos estos tipos vivían como reyes. También en ese lugar se entiende lo de la Revolución Francesa. Yo pago un excesivo alquiler en Barcelona por una habitación fría en un cuarto piso por escalera. Viendo tanta majestuosidad, tanta hermosura, tanto despilfarro, del dinero de mis impuestos, agarro al hijo de puta que vive en ese palacio y lo paso por la guillotina.


*Nota del Autor:
El Rey sol Marquesi era un popular personaje televisivo en Argentina que estaba en su máximo apogeo cuando se publicó este post.

sábado, 7 de agosto de 2004

Las Ciudades y el Cine

Un amigo fue a Nueva York y al preguntarle cómo es la ciudad me dijo “Igualita a la de las películas" Antes de irme a Barcelona vi Piso Compartido para ver algo de la ciudad. Funcionó, porque me hice una idea mas o menos parecida de cómo es. A mi me pasa que cuando veo alguna película (bien) hecha en Buenos Aires siento esa magnificencia presencia de la ciudad.
Pero nunca me iba a imaginar que algo así me pasaría en París. Para empezar la Catedral de Nôtre Dame, vivienda de Quasimodo alias El Jorobado. No tengo ni idea en qué versión de la película la vi, pero se que la vi y muchas veces. Todas esas gárgolas y ese altísimo campanario. Lugar desde donde se suicidó una testigo de Jehová, con tanta mala suerte que cayó justo encima de la madre de Amélie y la mató.
La Ciudad Universitaria, que tiene de todo menos una universidad, es igual a esas universidades que uno ve en películas yanquis. Esas donde los alumnos viven y cada cual tiene su casa. Todo el ambiente se parece al colegio de La sociedad de los poetas muertos.
El barrio de “Montmartre” es el típico barrio que uno se imagina cuando piensa en Paris, sus calles angostas, que van bajando de la loma en curva, casa antiguas y atelier de artistas, muchos pintores y dibujantes en la calle vendiendo sus trabajos. Caminar por allí es un sueño, todo el lugar tiene una atmósfera bohemia y grandes artistas e intelectuales viven o tienen sus talleres allí. Cuando paseábamos por ahí con mi novia nos agarró una llovizna pasajera y nos refugiamos en un bar que resultó ser el bar donde trabajaba Amélie. Luego de un vigorizante café en dicho bar nos cruzamos por azar con la calle de aceras más angostas de todo París, la misma del beso de la película Piso Compartido, para llegar finalmente al mítico Moulin Rouge. Si se sigue bajando a pie se llega hasta la Opera Garnier, lugar donde transcurre El fantasma de la opera.
Siempre que alguien se va a ir para alguna ciudad yo le recomiendo ver alguna película que en ella transcurra, aunque sea sólo una. Si van a París vean Amélie. Tómense una tarde para ir caminando desde la Basílica de Sacre Coeur, bajando todas las callejuelas hasta el centro, recorriendo todo esos lugares que uno ya conoce aunque nunca haya estado en persona.
Con tanta pelotudez que se armó con el libro "El Código Da Vinci" seguramente hagan la película. Espero en tal caso que la rueden en París y en el Louvre, y no en un estudio en Hollywood. Porque hay algo de la ciudad que queda en la película. Es como si el hecho de capturar una imagen robase un pedazo del alma de la ciudad.

El departamento de la Mercé

El departamento donde estoy se encuentra ubicado en la calle La Mercé. Esta calle está en la parte mas “baja” del barrio gótico, es decir la parte más cercana al mar y el departamento queda muy cerca del edificio de correos.
La ubicación es de puta madre. Estoy cerca de dos avenidas, con muchos bondis y también cerca del subte. Pero lo mejor es que en bici estoy a tres minutos de la playa y del parque de la Ciudadela, donde me voy a tirar un rato a hacer la siesta, leer el libro de turno o practicar malabares.
Al entrar al edificio por un portal desvencijado (y en el cual la llave nunca va bien) uno se encuentra con una escalera irregular, de sesenta centímetros de ancho, con vueltas de noventa y ciento ochenta grados. El piso es el segundo, pero como el edificio es gótico tiene entrepiso, principal y más y más. En total hay que subir por la escalera el equivalente a un cuarto piso moderno.
La primera vez que entré me lleve un sobresalto. Subir con cuarenta y cinco kilos de equipaje esas escaleras para abrir la puerta y ver un departamento que tenía más tierra que el Chaco y más desorden que la cabeza de un esquizofrénico. No me quiero hacer el ordenado, mucho menos el pulcro. Cabe aclarar que he tenido periodos en mi vida de mucha mugre. De mochilero estuve varios días sin bañarme. He dormido en pocilgas. He, incluso y contra toda lógica, ido una vez al baño de caballeros de la estación de Flores. Pero este departamento me causo un fuerte impacto.
El piso no está nada mal. La cocina no es muy grande pero es lo suficientemente cómoda. El baño esta muy bien, el living comedor es espacioso y está bonito. La habitación que me tocó en suerte está muy bien, con balcón a la calle y todo. En la mayoría de los edificios y casas construyen las paredes en ángulo recto, pero este no es el caso. Mi habitación no tiene ni un solo ángulo recto. De hecho parece un embudo: una punta es como medio metro más ancha que en la otra. Me estuve rebanando el cerebro para entender ¿Cómo fue que a alguien se le ocurrió construir una habitación así?. La verdad es que no tengo ni puta idea. No es una modificación posterior ni es que el edificio este sobre una calle diagonal. Es un absoluto misterio cómo es que mi habitación tiene esa forma.
Misterios que tiene la vida.