martes, 8 de julio de 2008

Fiesta

Y al darles el sol la espalda, revolotean las faldas
bajo un manto de guirnaldas, para que el cielo no vea,
en la noche de San Juan, como comparten el pan,
su mujer y su galán, gentes de cien mil raleas.
Joan Manuel Serrat
Nunca supe que era lo que se festejaba en San Juan. Si se muchos motivos que la gente tiene para celebrar, pero de donde viene la tradición del festejo era algo que ignoraba. Este año, Internet mediante, me propuse a develar el misterio. Y aquí esta lo que pude encontrar: Su origen es bastante simple, alguien dijo que la noche del veintitrés al veinticuatro de junio era la noche más corta del año. Yo creo que la noche más corta es en realidad la del veintiuno al veintidós, al anochecer el día del solsticio de verano. Pero más allá de la incongruencia de fechas la idea era esta: Al ser la noche más corta, brujas, malos espíritus y todas las magias negras en general tiene menos poder. Por lo cual se hace un ritual para espantarlos por otro año. El ritual consiste en prender fuego a muñecos de diablos, hechiceros y brujas, aun que también se quemaron alguna que otra bruja “real” en el pasado.
Hoy por hoy no parece del todo “europeo” prender fuego a los impíos pecadores (no queda bien, aseveran los del departamento de marketing de la unión europea). Pero no por eso no se festeja a lo grande. En la actualidad al fuego se suma la pirotecnia. Hay que entender una cosa, en este hemisferio la Navidad cae a la mitad del invierno. Es por eso que esta es LA fiesta del año, la fiesta en la que se celebra el fin de las clases, fiesta inaugural del verano. Es como la Navidad y el año nuevo en el hemisferio sur, pero juntos en una sola noche, sumado a no tener que preocuparse por los regalos, por ver películas de baratas Disney en la tele, promesas que no vamos a cumplir para el año que entra, cocinar para mil invitados, ver gordos de barba blanca y traje rojo que nos dicen “Se libre y feliz: toma coca cola” Ni que hablar de soportar a esos parientes pesados que cuentan malos chistes en la sobremesa. Es sin lugar a dudas mi fiesta favorita y la de la mayoría de los jóvenes españoles. Tiene de todo, playa, pirotecnia, amigos, mar, cerveza, fuegos artificiales, y con un poco de suerte podes ver algún que otro edificio prendiéndose fuego y bomberos tratándolo de apagar.
El barrio de la Barceloneta, al lado del Mar, es donde se concentra la gran fiesta. Al caer la noche, ya oscuro, se celebra un espectáculo bastante raro. Un grupo de gente se disfraza representando todo tipo de criaturas infernales y con unos sombreros llenos de petardos. Se acercan a la hoguera del centro de la plaza, prenden fuego su sombrero y corren como locos entre la gente mientras de su cabeza salen chispas, explosiones y demás variantes de pirotecnia. Dos cosas caven aclarar sobre este curioso show. UNO: Es realmente divertido verlo. DOS: Esta gente esta toda loca. Un poquito de ubicación, después se quejan de que hay cientos de quemados. Qué pretenden si la gente se pende fuego la cabeza y sale corriendo entre la multitud. El gobierno alienta y organiza este tipo de festividad pero le pide a la gente prudencia con la pirotecnia. No se dan cuanta que es un contrasentido total. En fin, así es funciona la lógica en este país.
Los festejos generalmente continúan en la playa, donde se sigue tirando petardos y fuegos artificiales a la vez que en los barcitos un DJ te hace mover el esqueleto toda la noche. Cuando el calor acecha todos al mar y si después del mar el frío se instala en los huesos un tequila y más baile. A las seis de la mañana la policía amablemente te invita a retirarte.
Este año yo me abstuve de la playa, quizás para no repetir la experiencia de mi primer San Juan. En lugar de eso cene con amigos en una terraza desde donde se veía el mar y los fuegos artificiales brillaban a la altura de nuestra nariz.
La mágica noche donde los malos espíritus dejan esta tierra, la gran noche de fiesta del pueblo catalán, la noche más corta en minutos reales y más larga de festejos con el amanecer llega a su fin. Como siempre se hace corta, aunque los festejos son largos.
Y con la resaca a cuestas,
vuelve el pobre a su pobreza.