jueves, 23 de septiembre de 2004

Las palabras y las cosas

En una charla que tuve sobre accidentes laborales antes de empezar mi primer trabajo me llamó mucho la atención una frase que dijo el profesor: “España es el país del cachondeo”. Nunca antes había escuchado esa palabra y quería tratar de encontrarle el significado.
La charla fue, además de inservible, imbancable, pero fue muy graciosa para mi gracias al profesor, de franca inclinación franquista. Me resulta muy gracioso como los españoles hablan. (Leer con marcado acento gallego) “Claro…. tu trabajas en una barra de un boliche y por no llevar los auriculares de protección al cabo de cuatro años estas más sordo que una tapia, pero claro, no lo usas por que todos en el boliche están de fiesta y a nadie le gusta que lo tomen para el churrete, si es que este es el país del cachondeo, y por eso a los jóvenes todo lo que sea para cuidar la salud les parece una gilipollas o motivo de risa, y así en que todos los fines de semanas varios se matan porque conducen con más alcohol que sangre en el cuerpo y después se quejan por que las calles no están bien señalizadas… y es que con la borrachera en que maneja no vería una vaca muerta ni aunque la tenga tirada en la capota del coche, y los pobres infelices son ustedes, que se quedan sordos… y claro, como son discapacitados, sus esposas se llenan los cojones y se divorcian”
Imagínenme a mi, en primera fila, tratando de no morirme de la risa con lo que decía el tipo este. En cuanto terminó la charla escuché a uno de los presentes decirle a otros que el trabajo que todos íbamos a realizar estaba muy bueno, que uno se podía “escaquear” mucho. Otra palabra que no había escuchado en mi vida y me puse manos a la obra para averiguar su significado.

Las palabras dicen mucho de la sociedad que las genera y de la forma en que esta sociedad percibe la realidad. En la sociedad occidental el agua está liquida, y se llama agua, está gaseosa y se llama vapor o está congelada y se le dice hielo. Y esa es la realidad del agua, el agua es así y punto. Pero los esquimales tienen como seis o siete estados del agua, cuando el hielo es trasparente es un estado, cuando es blanco, otro estado, etc: en su realidad el agua tiene muchos más estados que en la nuestra, por el simple hecho de que existen palabras para nombrarlos. Como diría Michel Foucault las palabras y las cosas están íntimamente relacionadas y eso muestra cómo es la sociedad que las genera. Yo acá les dejo la definición de cachondeo y de escaquiar. Saquen ustedes sus conclusiones.

Cachondeo: Estado de ánimo, una persona está de cachondeo. Estado en el cual, en un lugar serio, una persona tiene ánimo de irse de fiesta, estar de joda con la mayor irresponsabilidad posible siendo plenamente consiente de que sus acciones, cualesquiera que fuesen, no tendrán ni la mas mínima repercusión. Ejemplo: camarero con resaca le cae mal la pareja de turistas que le pide un café en un idioma raro y como los gritos del turista para hacerse entender le hicieron doler la cabeza, éste le escupe el café. Todo esto ocurre frente a los ojos del encargado del bar, quien no hace nada porque el camarero estaba de “cachondeo”.

Escaquear: Acción. Es cuando una persona, en su jornada laboral, finge trabajar pero no lo hace. No confundir con descanso, que es algo merecido. Ejemplo: empleado de la oficina mal dormido no tiene ganas de trabajar y se sienta frente a la PC a escribir pelotudeces en su blog.

miércoles, 8 de septiembre de 2004

Valentino Rossi un poroto...

Un viernes cualquiera en mi trabajo de camarero en el Pizza Hut me entero que el día siguiente era mi último día de trabajo. Un tanto desesperado encaro al gerente, argentino, bastante cagón. Cual madre judía, me puse manos a la obra para hacerlo sentir cumpla. Al día siguiente el gerente me llama aparte, culposo y arrepentido me dice:

- Pablo te puedo hacer un hueco para que labures, pero no de camarero
- ¿De que?
- ¿Por qué no sos motorista del delivery?
- Por que no tengo moto
- Nosotros te damos una
- No tengo registro Español
- Usás el argentino
- Es para manejar autos
- Eso no importa
- No conozco el barrio
- Eso se aprende
- Nunca en mi vida me subí a una moto
- No me vengas con tecnicismos, ¿querés trabajar o no?
- Si
- Bueno, el trabajo es tuyo.

Con un ciclomotor de 1992, que anda como el culo, está medio fundido, que come más aceite que nafta, voy yo por las calles de Barcelona. Obviamente me pierdo todas las veces y las pizzas llegan frías. Eso se compensa con la calentura de los clientes. La verdad es que es muy divertido.
Hay que aclarar que los que hicieron la numeración de las calles son unos brutos. Le pusieron número a las casas no por los metros que ocupan en la cuadra (como en Argentina), sino por orden. Es decir, la primer casa es la 1, la del frente la 2, la de al lado de la 1 la 3 y así. El problema es que en la antigüedad los terrenos eran muy grandes, y hoy se dividieron en varios terrenos y duplex, con lo cual entre el 1 y el 3 existe el 1 Bis, 1 Bis A 1 Bis B, 3 Bis Derecha, el 3 Bis Izquierda. De esa forma para ir del 5 al 79 de una calle tenés que hacer diez cuadras. Con esta lógica las cuadras donde hay una plaza no se cuentan, por lo tanto las alturas de las calles paralelas ¡no coinciden!
Te podes encontrar con una calle que en una vereda impar va del 1 al 11 y en la par va del 124 al 136 en la misma manzana. Esto es así porque, por ejemplo, cuadras atrás en la calle de una vereda hay un gran parque y no se cuentan casas, pero en frente sí.
Además no sólo existe la calle Don Pindonga, sino el pasaje Don Pindonga y la Avenida Don Pindonga y la calle Plaza Don Pindonga. Con esta falta total de urbanismo, la irregularidad con la que se construía en el pasado, y con que cada fin de semana se organiza “la caminata por la no violencia a las mujeres” o “la bicicletada por la dignidad” o “maratón por los perros abandonados” o “el recorrido peatonal a favor de las ballenas” o pelotudeces por el estilo, cortan todas las calles del barrio olímpico. La ciudad se convierte en un laberinto. Y por ese laberinto voy yo, con mi uniforme y mi casquito, a 20 km por hora. En cualquier momento le quito el titulo mundial de motos a ese Valentino Rossi. Sin mencionar la vez que la policía me puso una multa por que la moto no tenia patente, dado que se cayó, lo cual demuestra que las motos están que se caen a pedazos. La vez que me metí con la moto en el estacionamiento privado de los patrulleros y casi me cagan a tiros, todo porque el comisario pidió una pizza para almorzar.
Cabe aclarar que odio las motos. Dentro de unas semanas empieza la temporada de lluvia, con lo cual el asfalto se transforma en una pista de patinaje sobre hielo. Coincidirá, por lo tanto, el comienzo de dicha etapa de lluvia con el fin de mi etapa motoquera. Como siempre dice mi sabio abuelo, el paragolpes de una moto es la cabeza del conductor. Por más que lleve casco mucho no me fío. Porque yo creo que con la motos hay dos finales. O vos terminas con ellas o ellas terminan con vos.