lunes, 19 de junio de 2006

Partir

Mi hermano vino de visita y en total estuvimos juntos veintiún días. El sábado pasado emprendió su viaje para Buenos Aires. La alegría que me provoco su visita fue enorme. En su breve estancia tuvimos risas, llanto, charlas, mate, paseo, turismo, discusiones, alegrías y algun que otro mal de amores. Cuando me entere de que iba a venir me ilusione mucho. Creí que su viaje sería unas vacaciones juntos. Pero de vacaciones no tuvieron nada, fue mucho mejor. Porque las vacaciones son como un paréntesis en la vidas. El viaje de mi hermano fue como la vida misma, con sus pequeñas putadas y con sus gigantescas alegrías.
Cuando partió me entró una gran nostalgia. Siempre pasa cuando uno deja a un ser querido. Mucho peor para el que se queda. Entonces me di cuanta del que se quedaba era yo. Mi hermano volvía al que (por ahora) es su lugar en el mundo y yo me quedaba en el que (por ahora) es el mío. Su partida más que un reflejo de la mía de Buenos Aires fue encontrarme cara a cara con el hecho de quedarme en Barcelona. Pero digo “por ahora” por que es muy probable que pronto deje esta ciudad y mis pies empiecen andar un viaje. Por qué ruta muy claro no lo tengo, en que fechas menos, pero si sé que para fin de año mis pies pisaran el suelo de mi Buenos Aires querido. Eso es lo que me trajo mi hermano desde Buenos Aires, ese fue su mayor regalo de cumpleaños: la iluminación. La posibilidad de ponerme a reflexionar sobre lo que quiero hacer en mi vida en este momento: Viajar. Entonces me di cuenta de que el viaje de mi hermano no era un reflejo de mi viaje pasado, sino de mis viajes futuros.