Nací hace casi veintiséis años y por simple lógica no estaba vivo a hace treinta. A pesar de ello, no puedo evitar sentir cómo el alma se me entristece ante la llegada del 24 de marzo. Un 24 de marzo, pero hace treinta años, ocurría un golpe de estado en Argentina. A partir de ese momento se inicio lo que mi madre llama la peor y más violenta dictadura sufrida en el país. Como no viví esa época, mucho no puedo decir. Seria un hipócrita (además de ser una inmensa falta de respeto) hablar del dolor de algunos, o del miedo de otros. Como un rompecabezas al que le faltan muchas piezas pude reconstruir fragmentos de la historia de los dos protagonistas más cercanos que tengo, mis padres. Ambos protagonistas activos en la lucha anti militares (quizás demasiado activos) siempre se mostraron un tanto reacios hablar de aquella época. Quizás por el hecho de que sus historias siempre terminan con frases como “El negro no se que, que se lo chuparon en el 77” o “Tal otro, que pensó que en Bolivia iba a estar más seguro, pero se equivocó”. En fechas como esta me pregunto qué seria hoy de mí y mis hermanos si mis viejos hubiesen corrido la misma suerte que muchos de sus compañeros de aquella época. ¿Estaría yo acá, escribiendo esto? ¿Mis hermanos serian mis hermanos, o serian los falsos hijos de otras personas?. Una muy fina línea hecha de pura suerte es lo que hace que sean hoy mis viejos los que recuerdan a sus compañeros y nos sean sus compañeros los que los recuerdan a ellos.
Cuando pienso en ello, cuando pienso en la angustia de no tener una lápida donde llorar a los muertos, cuando pienso en las familias rasgadas, en la indigna muerte de tantos, en la tortura sufrida por muchos, es que me quedó sin palabras. Entonces, desde el hondo de mi pecho sale una frase. Una frase que no es mía y que ya pertenece a todo el pueblo Argentino. Por eso es que les quiero dedicar esa frase a los que no van a volver; a los que buscan un lugar donde llevar las flores a los suyos; a los que buscan a través de unas minúsculas fibras de ADN a los niños, hoy ya hombres, que sufrieron el peor de los robos, el de la identidad; a los que trabajan para que no se extienda como un virus la insana costumbre argentina del olvido.
A todos ellos, a todos ustedes, simplemente les digo: Nunca Más
Cuando pienso en ello, cuando pienso en la angustia de no tener una lápida donde llorar a los muertos, cuando pienso en las familias rasgadas, en la indigna muerte de tantos, en la tortura sufrida por muchos, es que me quedó sin palabras. Entonces, desde el hondo de mi pecho sale una frase. Una frase que no es mía y que ya pertenece a todo el pueblo Argentino. Por eso es que les quiero dedicar esa frase a los que no van a volver; a los que buscan un lugar donde llevar las flores a los suyos; a los que buscan a través de unas minúsculas fibras de ADN a los niños, hoy ya hombres, que sufrieron el peor de los robos, el de la identidad; a los que trabajan para que no se extienda como un virus la insana costumbre argentina del olvido.
A todos ellos, a todos ustedes, simplemente les digo: Nunca Más
No hay comentarios:
Publicar un comentario