lunes, 18 de diciembre de 2006

De otro planeta...

En seis chicken bus, dos taxis y un barco recorrí, entre las cuatro de la mañana y las siete de la tarde de un mismo día, una larga distancia para salir de Guatemala y llegar a la isla hondureña de Roatán. Si México estuvo marcado por los Zapatistas y las playas, Guatemala por los volcanes y lagos, Honduras quedó grabado en mi memoria por el buceo.
Cuando empecé este viaje, conocí a un flaco que me dijo que a esa isla todo el mundo va a hacer buceo. Yo pensé "No voy a gastar tanto dinero en eso". Sin embargo a medida que fui bajando me fui cruzando con más gente que venia de la isla de Roatán. Esta gente me fue quemando cada vez más la cabeza para hacer buceo, así que al final lo hice.
Las islas de la Bahía son el lugar más barato en el mundo para aprender a bucear. Roatán no es la más barata de las islas, sino la segunda más barata. Pero tiene el arrecife de coral más grande de América y su nombre se asemeja a una región de la Tierra Media donde hay muy buenos caballos, así me decidí por ella como lugar donde aprender a bucear.
Me inscribí al curso PADI Open Water. PADI es una organización internacional de enseñanza de buceo y el curso Open Water me habilita a bucear sin instructor en cualquier lugar del mundo es aguas abiertas.
El curso fue más agotador de lo que creía. Las clases teóricas, con libro y videos, son muy interesantes, pero algo aburridas. Los ejercicios subacuáticos que se realizan en aguas costeras donde uno hace pie son educativos, pero algo tontos... bucear es más maravilloso de lo que creía.
Con la lancha nos alejamos bastante de la costa y, al estilo James Bond, de espalda entramos al agua. Es increíble, es como entrar en otro mundo. Cuando uno logra la flotabilidad neutra es como estar en gravedad cero. Los sonidos bajo el agua se comportan de una forma completamente diferente y el arrecife es una explosión de colores. Como sumergido en "Buscando a Nemo", miles de peces de variados tamaños y colores se pasean sin timidez entre los buceadores y uno se encuentra simplemente rodeado por ellos. Algunos caracoles caminan por el fondo, las langostas se esconden entre las cuevas y las plantas de los arrecifes se mecen lentamente con la corriente.
Toda mi vida quise viajar al espacio, bucear es lo más cerca que he estado. De echo, esto es sólo el comienzo, ahora que tengo mi certificado que me permite bucear en todo el globo no voy a dudar en aprovecharlo y así continuar mi educación submarina con diferentes cursos de especialidades y perfeccionamiento. Igualmente, antes tengo que prestar atención a mi oído que viene haciendo cosas raras desde entonces.
Quizás nunca viaje al espacio, aunque no pierdo la esperanza. Igual el hombre sabe más de la superficie de Marte que del fondo del mar. Así que allí abajo hay un mundo nuevo a ser descubierto, esperando por mi.

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