miércoles, 25 de octubre de 2006

La Habana

La Habana es el nombre de una ciudad preciosa. Llena de encanto, es la capital de Cuba y me fascinó. ¿Por qué me fascino? No lo se. No es diferente a muchas otras ciudades, y a es a la vez tan única como cualquier otra ciudad.
La Habana tiene algo en el aire (aparte del smog). La primera vez que salí a pasear me fui caminando hasta el gran cementerio. Gigante como buen cementerio de una ciudad y casi todo en mármol blanco. Pero lo que más me impacto fueron las calles y los autos que pasaban por ella. Autos de los 40, los 50 y los 60 en su mayoría. Iban esparciendo humo y dejando toda la ciudad impregnada con ese familiar olor a gasolina mal quemada. Eso es lo que me fascinó de la Habana, la familiaridad. Me hizo acordar mucho a esos pueblos o ciudades del interior de Argentina. Lugares en los que, cuando íbamos de vacaciones con mi familia, parábamos a dormir o a reparar el auto.
Así que en los siete u ocho días que estuve en La Habana me dediqué a caminar mucho. Me caminé toda la avenida 5, en el barrio de Miramar, que irónicamente no tiene ningún punto desde donde se vea el mar, a pesar de estar a sus costas. Esto es por que es el barrio de las embajadas y los consulados. Toda la costa esta acaparada por las casas de los embajadores o de empresarios extranjeros. Caminé por el barrio del Vedado. Barrio de topografía cuadriculada, donde todas las calle paralelas al mar tienen por nombre un número impar y aquellas que las cortan llevan números pares o letras. En este barrio está la mítica heladería Coppelia. También se encuentra "La Torre". Es un bar restaurant en el piso 33 del edificio más alto del barrio, desde el cual se ve toda La Habana y el mar.
Pero lo mejor de La Habana es la parte vieja. La ciudad está construida en la desembocadura de un río al mar, sobre la costa oeste del río. Allí se encuentra la parte vieja. Esta parte vieja tiene un doble encanto. Por un lado las casas están hechas mierda, parece que los edificios se caen a pedazos (y algunos lo hacen) pero no por ello es fea, sino mas bien lo contrario. Ver las edificaciones antiguas, a las que hace años nadie les hace el más mínimo arreglo, da la sensación de pasear por una ciudad luego de un bombardeo. El otro encanto que tiene es la parte "restaurada". Con capitales de universidades de arquitectura del extranjero y el oficio del historiador se decide que tal edificio es importante y se lo repara. En realidad todo estos trabajos se hacen pensando en el turista. Así fue como pusieron modernos adoquines en las calles y repararon la fachadas de todas las casas de varias calles céntricas. Cuando uno camina por allí sabe que eso no es La Habana real, sino el decorado puesto para el turista, pero no por ello es menos hermoso.
Del otro lado de la bahía se encuentra El Morro, antiguo fuerte militar llenos de cañones, que defendía a la Habana del ataque de enemigos o de piratas. Hoy, como desde hace 350 años, a las 21:00hs, se hace una ceremonia muy bonita de disparo de un cañonazo. En la antigüedad su ruido indicaba que se debían cerrar las puertas de la muralla que contenían a la ciudad. Hoy se hace por tradición y atracción a los turistas.
En definitiva, La Habana es una increíble ciudad. Recomiendo que visiten antes de que la conviertan en un parque de atracción turística.

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