Cuando fui al cumple de mi "tía" Tere, en Cuba, había un montón de niños de la familia de Tere haciendo barquitos de papel. Ellos me enseñaron a hacer uno. Yo les propuse, para retribuirles, hacer un avión. Uno de los chicos, de diez años, en tono irónico me dijo: "Preferimos los barcos. En avión necesitas pasaporte y para echarte a la mar no. Pero no se lo digas a nadie por que vas preso".
No pude más que reirme del asombroso sentido del humor del pendejo. Yo, con una infancia plagada de historias de piratas, me quede pensando en lo que un barquito de papel representa para estos chicos. Al rato los chicos se fueron a jugar a la calle y dejaron los barquitos de papel por cualquier lado. Encontré uno sobre el asiento de una moto. Al lado habían dejado una pluma con la cual una nena había jugado a que escribía una carta. Les saqué una foto. Una de las mejores fotos que saqué en mi vida, no por lo pictórico o lo técnico, sino por lo que simboliza: ser libres para ir a donde quieran, ser libres para escribir lo que piensan.
No pude más que reirme del asombroso sentido del humor del pendejo. Yo, con una infancia plagada de historias de piratas, me quede pensando en lo que un barquito de papel representa para estos chicos. Al rato los chicos se fueron a jugar a la calle y dejaron los barquitos de papel por cualquier lado. Encontré uno sobre el asiento de una moto. Al lado habían dejado una pluma con la cual una nena había jugado a que escribía una carta. Les saqué una foto. Una de las mejores fotos que saqué en mi vida, no por lo pictórico o lo técnico, sino por lo que simboliza: ser libres para ir a donde quieran, ser libres para escribir lo que piensan.
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