miércoles, 3 de diciembre de 2008

La capital de la bohemia

Todo el mundo dice que Praga es hermoso. La verdad es que lo es. Llegamos a la ciudad después de una odisea en coche para darnos cuenta que el hostal que teníamos reservado no nos gustaba para nada. Después de deliberar un rato decidimos pasar sólo una noche en ese lugar y después cambiar de alojamiento. Con lo cual esa tarde la dedicamos a buscar otro hostal, y posteriormente reservarlo. Dando vueltas por los alrededores del centro se podía intuir que la ciudad era muy bonita.
La mañana siguiente hicimos el check out del primer hostal, dejamos las mochilas en el segundo, ya que el check in no era sino hasta dos horas más tarde y los cuatro argentinos nos fuimos a pasear por el centro de la ciudad. El mismo consiste en una gran plaza en donde se encuentran dos iglesias, una estatua con muchos hombres en postura altanera y una torre que posee un reloj astronómico a la cual se puede subir y ver toda Praga. Lo raro de esta plaza es que en frente de una de sus iglesias construyeron dos edificios. Pero no frente al otro lado de la plaza o cruzando una calle. En el frente, de tal forma que la pared trasera de estos edificios es la fachada de la iglesia. Como son más bajos que la iglesia, ésta sobresale y se pueden apreciar sus dos torres y sus campanas. Para entrar a la iglesia hay que entrar primero a uno de los edificios, bordear un restaurant y pasar por un túnel.
A unas cuadras de la plaza se encuentra en barrio judío, con un cementerio, que dicen, es de los más bellos de Europa. Quisimos ir, pero como era sábado el cementerio al igual que todos los negocios del barrio estaban cerrados. Desde allí se divisa, al otro lado del río, en lo alto de una colina un gigantesco metrónomo que marca el ritmo de vida en la ciudad. Varios puentes cruzan el río, pero el más turístico es el “Puente de Carlos”, dado que lo mandó a construir un Rey llamado Carlos IV (Y que nada tiene que ver con uno de los más nefastos presidentes de la reciente historia Argentina).
Del otro lado del puente se encuentra el Parlamento, edificio que llama la atención porque en su jardín hay una pajarera enorme con lechuzas, un estanque con patos y peces de colores, además de pavos reales que se pasean sin temor a los visitantes. Otra peculiaridad de este edificio es que una de sus paredes está decorada con falsas estalactitas haciendo dibujos muy raros.
Mas allá del Parlamento, subiendo una loma, se encuentra el castillo de Praga. Antes de viajar, cuando pensaba en un castillo se me venía a la cabeza la imagen de Disney o de Harry Potter. Hasta ahora no vi ni un solo castillo de ese estilo. El de Praga, es un conjunto de edificios de muchos estilos arquitectónicos diferentes, ninguno de más de tres pisos de altura, en torno a varios patios y a una imponente catedral gótica. A un lado del castillo están los jardines reales y de otro se alza un monte donde hay un gran parque. En él se encuentra el observatorio astronómico, una réplica en chiquito de la Torre Eifell, pero sólo con tres pies. También hay una casa que tiene esos espejos que deforman la imagen así como un laberinto donde uno se pierde entre sus múltiples reflejos. Junto al niño que llevo en mi interior y que a veces aflora demasiado a la superficie pase en este lugar uno de los momentos más divertidos de todo el viaje.
Pero mas allá de su geografía hay algo en esta ciudad que la hace merecer el apodo de “La ciudad dorada” y estar entre las veinte urbes más visitadas del mundo. No son sus bellos edificios, ni su sinuoso río con muchos puentes. No es que sea la ciudad de Europa del este con mejor infraestructura de transporte. No son los casinos y los prostíbulos que se abrieron con la llegada del capitalismo. Quizá tenga que ver que esta ciudad fue la capital del antiguo Reino de Bohemia. Es como un extraño polvo mágico que recubre la ciudad. Es algo que años atrás tenía Barcelona. Creo que es ese ambiente multi étnico cosmopolita sumado a una atmósfera de vanguardia cultural que se respira. Mezcla que se da vaya uno a saber por qué. Rara consecuencia de la globalización, este ambiente logra que el transeúnte, además de admirar la belleza del lugar, se sumerja en una atmósfera que lo deja fascinado.

2 comentarios:

  1. Pablo: es maravillosa, bellìsimo todo lo que se ve... y lo màslindo es el tu foto en el laberinto de espejos. no te agarrò ahì una cosa onda borges?

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  2. Por las fotos parece ser precioso. Cuando has descrito la iglesia tapada me ha sonado feo, sin embargo en la foto se ve bellisimo.

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