martes, 11 de noviembre de 2008

Tras la cortina de hierro, vidrieras vistosas

Entrar en Polonia fue como un respiro, pero no para nuestros pulmones sino para nuestros estómagos. Llegamos a un pueblito que no tenía nada más que el puerto donde nos dejó el barco, la estación de tren y el bar de la estación de tren. De inmediato nos dimos cuenta de dos cosas:
1) En Polonia se puede comer bien y barato.
2) Nadie mayor de veinte años habla inglés o castellano, pero si ruso o alemán.

El tema del idioma acarrea ciertas complicaciones pragmáticas. Como jugando al Pictionary, me encontré dibujando una cama y luego tachándola para explicarle a la vendedora que quería un pasaje de tren en asiento y no en camarote. De niño iba al mercado con una nota de mi mamá y casi sin decir palabra se la daba al almacenero. Exactamente igual procedimos en el correo para mandar una carta, ayudados por la nota explicativa que escribió en polaco la recepcionista del hostal. Pero sin duda lo mejor de desconocer un idioma es ir a comer. Muchos restaurantes, alertados ya del turismo que llega en grandes masas tienen la carta con fotos. Pero los bolichones de los obreros, esos antros poco higiénicos en los que me gusta comer, no. Allí uno simplemente se sienta y elije, guiado por el precio y confiando en el azar, un plato que no sabe si es sopa, carne, helado o te de menta. En general no me llevé ninguna desilusión, o quizás el hambre hacía que vea con buenos ojos cualquier comida. Otra técnica útil es la de pararse, muy maleducadamente acercarse y ver que están comiendo en las otras mesas. Cuando se encuentra un plato atractivo sólo hace falta señalarlo con una mano mientras que con la otra se apunta a uno mismo mirando al camarero.
El asunto idiomático revela el hecho de que hasta hace veinte años este país estaba del otro lado de la cortina de hierro. Era parte de la Rusia Comunista. Hoy Polonia es parte de la Comunidad Europea y trata de adaptarse al ritmo de vida occidental.
Cracovia es la capital cultural y la joya arquitectónica. Cuenta con un castillo muy bonito hecho en el mismo lugar donde el fundador de la ciudad, un tal Krak, mató a un dragón que asolaba aquel paraje. Esta hermosa ciudad es la que concentra la mayor cantidad de turistas. Como tal en cada negocio hay folletos de tours por la ciudad, de hoteles y hostales. Nosotros hicimos un tour que nos sirvió para integrarnos con la cultura local. Un tour que consistía en el testeo de diferentes tipo de vodkas.
Varsovia que es la capital política del país no me pareció tan linda. La parte antigua fue destruida en la segunda guerra y la reconstruyeron tal cual era, y es digna de ser recorrida. En la parte moderna no hay muchos edificios altos, pero los que hay tienen en la azotea carteles de neón y sobre un costado gigantografias. Todos están plagados de publicidad. En Europa no vi una ciudad tan bombardeada por la publicidad con Varsovia.
Polonia fue una buena manera de entrar a la Europa del este. Aquella que hace dos décadas era imposible visitar. Esa que hoy está sumergida en la marea del consumo y el turismo.

1 comentario:

  1. madrina de boda!noviembre 11, 2008

    Hola Pablo!
    quiénes son los de las fotos de Cracovia? los chicos con la cerveza, los parientes Gravoviesky?

    besos y que disfrutes mucho!!!

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