Arbeit macht frei es la frase que se leé al entrar a Auschwitz. Significa El trabajo hace libre. Eso era lo que veían las miles de personas que entre 1940 y 1945 fueron a parar a este complejo, que fue parte del mayor campo de concentración y exterminio de la Alemania nazi. Atravesar hoy esos alambres de púas y caminar por el campo causa una sensación en el pecho similar a la que se sentiría si te tiran una tonelada de plomo encima. A pesar de ello yo creo que hay que ir.
La fábrica de muerte funcionaba de una manera tan despiadada que da escalofríos. Los trenes llegaban y entre el setenta y el setenta y cinco por ciento de sus ocupantes directamente pasaban a la cámara de gas. La gente se desvestía para ir a darse una ducha de la cual nunca salía agua. Los nazis se quedaban con sus pertenencias. Le cortaban el pelo y lo vendían a fábricas textiles. Les sacaban los dientes con empastes de oro y los fundían para financiar la guerra. Las cenizas que no salían por las chimeneas y eran respiradas por los vivos, se recogían en los hornos y se usaban como fertilizante de los campos vecinos. Todo era aprovechable, con todo se lucraba. Muchos de los que no iban a la cámara de gas morían por el agotamiento del trabajo esclavo, el hambre, la tortura o enfermedades originadas por las pésimas condiciones sanitarias.
Auschwitz Uno era originalmente un cuartel militar polaco que los Nazis ocuparon. No era muy grande y por eso a tres kilométricos construyeron Auschwitz Dos. Si Auschwitz Uno impresiona, ir a Auschwitz Dos hiela la sangre. Al caminar por las ciento setenta y cinco hectarias del campo se van viendo los restos de las más de trescientas barracas. Las primeras eran construidas de ladrillo. Después directamente de madera, sin piso. Las camas eran tablas, con suerte tenían un poco de paja. Cinco o seis personas dormían en la misma cama. La vista desde la torre de vigilancia más alta, donde se ve en toda su extensión el campo me dejó mudo. El final de las vías del tren. Los restos de lo que fueron las cuatro cámaras de gas y los crematorios. Las ruinas del laboratorio del Dr. Mengele.
Al recorrer los interminables kilómetros del campo no pude más que preguntarme como es que todo eso fue posible. ¿Tanto odio? ¿Tanta falta de humanidad puede llegar a tener el hombre? Parece increíble que tanta maldad sea posible. Que aquella locura haya tenido tantos cómplices. Después recuerdo que la gente no elije entre hacer el bien o el mal. La gente elije entre hacer lo correcto o lo que le es cómodo. Siempre hay gente que prefiere no perturbar su modo de vida. Que quiere cuidar su metro cuadrado de tierra. Su trabajo. Gente que guarda silencio para proteger su posición social. Gente que por acción o inacción se hace cómplice de tanta locura.
Esta historia parece un mal cuento de terror. Pero fue real. Por eso creo que hay que ir a Auschwitz. Más allá del dolor que uno siente al caminar por el campo, más allá de las lágrimas, más allá de la rabia o impotencia, recorrer el campo se hace necesario para que en la piel se quede como un tatuaje lo que fueron los horrores de la segunda guerra. Para que en la memoria se grabe a fuego todo aquel sufrimiento que no debemos olvidar.
La fábrica de muerte funcionaba de una manera tan despiadada que da escalofríos. Los trenes llegaban y entre el setenta y el setenta y cinco por ciento de sus ocupantes directamente pasaban a la cámara de gas. La gente se desvestía para ir a darse una ducha de la cual nunca salía agua. Los nazis se quedaban con sus pertenencias. Le cortaban el pelo y lo vendían a fábricas textiles. Les sacaban los dientes con empastes de oro y los fundían para financiar la guerra. Las cenizas que no salían por las chimeneas y eran respiradas por los vivos, se recogían en los hornos y se usaban como fertilizante de los campos vecinos. Todo era aprovechable, con todo se lucraba. Muchos de los que no iban a la cámara de gas morían por el agotamiento del trabajo esclavo, el hambre, la tortura o enfermedades originadas por las pésimas condiciones sanitarias.
Auschwitz Uno era originalmente un cuartel militar polaco que los Nazis ocuparon. No era muy grande y por eso a tres kilométricos construyeron Auschwitz Dos. Si Auschwitz Uno impresiona, ir a Auschwitz Dos hiela la sangre. Al caminar por las ciento setenta y cinco hectarias del campo se van viendo los restos de las más de trescientas barracas. Las primeras eran construidas de ladrillo. Después directamente de madera, sin piso. Las camas eran tablas, con suerte tenían un poco de paja. Cinco o seis personas dormían en la misma cama. La vista desde la torre de vigilancia más alta, donde se ve en toda su extensión el campo me dejó mudo. El final de las vías del tren. Los restos de lo que fueron las cuatro cámaras de gas y los crematorios. Las ruinas del laboratorio del Dr. Mengele.
Al recorrer los interminables kilómetros del campo no pude más que preguntarme como es que todo eso fue posible. ¿Tanto odio? ¿Tanta falta de humanidad puede llegar a tener el hombre? Parece increíble que tanta maldad sea posible. Que aquella locura haya tenido tantos cómplices. Después recuerdo que la gente no elije entre hacer el bien o el mal. La gente elije entre hacer lo correcto o lo que le es cómodo. Siempre hay gente que prefiere no perturbar su modo de vida. Que quiere cuidar su metro cuadrado de tierra. Su trabajo. Gente que guarda silencio para proteger su posición social. Gente que por acción o inacción se hace cómplice de tanta locura.
Esta historia parece un mal cuento de terror. Pero fue real. Por eso creo que hay que ir a Auschwitz. Más allá del dolor que uno siente al caminar por el campo, más allá de las lágrimas, más allá de la rabia o impotencia, recorrer el campo se hace necesario para que en la piel se quede como un tatuaje lo que fueron los horrores de la segunda guerra. Para que en la memoria se grabe a fuego todo aquel sufrimiento que no debemos olvidar.
Fuerte. Yo no me hubiese animado. Pero escuchame, como es que podes entrar?, está abierto al que quiera visitar?. Repito, que fuerte!!
ResponderEliminarpablo. a mì tambièn me da escalofrìos. gracias por contarlo, por recordàrnoslo, para que nunca nos olvidemos de què fàcil puede surgir, crecer, expandirse la maldad. allì y aquì, en cualquier lado. creo que ni siquiera es un tema de odio. a veces es suficiente con que algunos sean malos, otros simplemente dejen de hacer el bien y muchos miren para otro lado. Hay una frase bellìsima del eclesiastès que me escuchaste mil veces: Dijo Dios al hombre "te puse ante la vida y ante la muerte, puse ante tì la bendiciòn y la maldiciòn. Que tu corazòn elija siempre la vida". te quiero mucho. gracias por el artìculo de hoy.
ResponderEliminarse me erizó la piel apenas leí esas tres palabras primeras, y escribo esto sin haber visto las fotos aun.
ResponderEliminarno creo en casualidades y por ello, es causal el hecho de haber estado hablando del innombrable psicopata asesino hace un par de dias atras con una amiga, tratando de buscar ante tal acontecimiento un motivo por el cual la comprension a semejante atrocidad llegue. Por supuesto que fueron horas perdidas sin conclusion mas que un hecho factible que se creó desde el instante que tomó el poder traspasando tiempo y espacio... reviviendo en nuestro país un poco de semejante horror, pero horror en sí del cual la sociedad argentina no se ha recuperado. Y mucho tiene que ver el silencio que provocó el miedo: miedo a desaparecer.
El tipo estaba creido que seguía un plan divino!! que ironía no? lector asiduo de Nietchze y su ideal del super-hombre.
Una mente perversa, sin criterio pero con séquito (ovejitas ciegas de mente), porque él solo hubiera llegado al manicomio tal vez.
Saludossssss
summerki
Vi las fotos y es como ver "la lista de Schindler" en colores .. (una de mis peliculas favoritas, te trae a la realidad de un pasado que sigue presente)
ResponderEliminarMuy emotivas.
Smmk
Por lo que dijo Anónimo ni miro las fotos, yo soy bastante impresionable y con tus palabras me ha bastado. Puede que si me encontrase alli sacaría fuerzas para entrar y verlo pero es algo que para mi no entra dentro de mis esquemas actuales y por ahora lo descarto. Te admiro, eres muy valiente
ResponderEliminarSi, a Auschwitz se puede entrar. Es un museo gratuito. La audio guía o el librito explicativo te lo cobran, pero muy barato. Ademas algunas barracas de Auschwitz Uno se usan como lugar de exposiciones de artistas contemporáneos, con obras referentes al holocausto.
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