Parte del folclore de viajar en Sudamérica es la precariedad del transporte. Sabiendo que la infraestructura en carreteras al sur de Bolivia tiende a ser nula el tren surgió como la opción preferida. Llegamos a Villazón al caer la tarde para enterarnos que el tren había partido ese mismo día a la siesta. Volvía a salir tres días más tarde. Villazón es el pueblo fronterizo Boliviano que linda con La Quiaca Argentina y se lo recorre en dos horas. Esperar tres días al próximo tren no era una idea atractiva y resurgió la idea de viajar en bus. El problema era que hasta la mañana siguiente no había. Hicimos noche en una pensión barata donde nos refugiamos de una fuerte tormenta que cayó.
Temprano al día siguiente en la terminal de autobuses del pueblo (que es una cuadra donde estacionan los bondis y hay gente en la calle que te vende pasajes) nos enteramos que salía un bus en treinta minutos. Compramos pasaje, fuimos corriendo hasta la pensión a buscar las mochilas, y retornamos a la terminal justa antes de la salida del Bus. Esperamos unos cuarenta minutos porque el autobús estaba atrasado. Finalmente subimos y esperamos a que arranque. Y esperamos. Y esperamos. Como a la media hora de estar sentados en el vehículo modelo '80 sube un policía de tráfico. Dice que no apuremos al chofer porque, debido a la tormenta de la noche anterior, hay un problema en la ruta pero que ya lo están arreglando. Un rato más tarde la señora que estaba sentada en el asiento de adelante se bajó a buscar información y al volver dice que ya estábamos por salir, que el río derrumbó un puente pero que ya lo están arreglando. Con mi nulo conocimiento de ingeniería civil deduje que un puente que se lo lleva el río no se arregla en unas horas. Sediento de información me bajé del bus y encaré a una policía de trafico. Me he cruzado en varias ocasiones con una habilidad de los bolivianos para, cuando quieren, hablar de forma ambigua y brindar información para nada precisa. Mi conversación con la oficial de tráfico fue mas o menos así:
- Los buses no están saliendo ¿Verdad? - Dije
- Si, sarasa sarlanga - Un sonido ininteligible pronuncio la oficial
- Perdón ¿Cómo dice? - En ese momento la oficial descubrió que yo no era gringo y que hablaba perfecto castellano
- Sí, es que hay un problema en la ruta pero ya en un rato se arregla porque están trabajando desde tempranito
- ¿Un problema? ¿Un choque o algo así?
- No, es que hay un problema en la ruta pero ya en un rato se arregla porque están trabajando desde tempranito
-¿Que problema?
- Sí, es que hay un problema en la ruta pero ya en un rato se arregla porque están trabajando desde tempranito
- Claro pero ¿Qué problema la puta madre? ¿Cayó un meteorito en la ruta? ¿Un dinosaurio se come a los autos? ¿Qué carajo pasa? - Todo eso pensé, más opte por decir - ¿Un rato cuanto? ¿Media hora? ¿Una hora? ¿Cinco horas?
- Sino al rato tal vez
- Ok. gracias - Dije fascinado por la capacidad de decir nada de nada.
Me puse a esperar, al fin y al cabo estoy de vacaciones y no tengo nada mejor que hacer. Tipo media mañana la policía dio permiso para salir, el bus arrancó, yo me acomodé en mi asiento y veinte minutos después, a unos cinco kilómetros de Villazón por alguna razón el Bus se frenó tras una fila de autos, camiones y otros autobuses. El puente estaba caído.
Me baje a observar con atención y descubrí que el río en ese momento no era más que un arroyo con apenas un hilo de agua. El problema es que corre por una quebrada de unos cinco metros de profundidad por unos ocho de ancho. De un lado de la quebrada una topadora había hecho una larga rampa descendente de forma de crear un vado en el arroyo. Del otro la topadora esta iniciando la construcción de la rampa ascendente que nos permitiría cruzar la quebrada y continuar con nuestro camino.
Nuevamente con mi nulo conocimiento de ingeniería civil me puse a pensar: si la topadora estuvo desde tempranito (y cuando los bolivianos dicen tempranito es muy temprano) hasta media mañana para hacer un lado del vado estaría tiempo similar para hacer el otro. En eso meditaba cuando observe que del otro lado había varios buses, autos y camiones que recorrían la ruta en sentido inverso y quedaron varados en la otra orilla. Los pasajeros de esos buses se bajaban, agarraban sus pertenencias, cruzaban la quebrada por una especie de camino peatonal formado por unos caños de desagüe y de este lado se tomaban un taxi para hacer los cinco kilómetros que a ellos les quedaban. Esos autobuses se quedarían pronto sin pasajeros y, al no poder cruzar emprenderían la vuelta. Vuelta de ellos que era mi ida. Como quien no quiere la cosa crucé la quebrada por los caños, vi que un autobús estaba vacío y dando la vuelta.
- ¿Vas para Tupiza? - Pregunte
- Claro
Le pedí que me espere, volví a buscar mi mochila y a Fernando, mi compañero de viaje y juntos subimos al Bus que emprendió la marcha por la ruta. Ruta es una forma generosa de llamar a un camino de tierra y ripio que ondula por el desértico altiplano boliviano por el cual para recorrer los noventa y dos kilómetros que separan Villazón de Tupiza se tarda, cuando no se cae un puente, tres horas y media.
Lástima que no alcanzamos el tren, pensé, y al rato vemos a once personas a la vera de la ruta haciendo señas para que pare el bus. Al subirse no pude evitar preguntar que carajo hacen en el medio de la nada.
- Uff... nos tomamos el tren ayer, pero en lugar de salir a las 15:30 salió a la noche. Hicimos treinta quilómetros y paró. Se quedó toda la noche parado porque en una parte el terraplén donde van las vías se derrumbó. Hoy a la mañana decidimos caminar por la vía. Caminamos cuatro horas bajo el rayo del sol y hace un rato vimos un camión pasar por el camino y distinguimos lo que era el camino, bajamos hasta acá y esperamos a que pase el primer bus.
Que bonito es el folclore transportil en sudamérica.
Temprano al día siguiente en la terminal de autobuses del pueblo (que es una cuadra donde estacionan los bondis y hay gente en la calle que te vende pasajes) nos enteramos que salía un bus en treinta minutos. Compramos pasaje, fuimos corriendo hasta la pensión a buscar las mochilas, y retornamos a la terminal justa antes de la salida del Bus. Esperamos unos cuarenta minutos porque el autobús estaba atrasado. Finalmente subimos y esperamos a que arranque. Y esperamos. Y esperamos. Como a la media hora de estar sentados en el vehículo modelo '80 sube un policía de tráfico. Dice que no apuremos al chofer porque, debido a la tormenta de la noche anterior, hay un problema en la ruta pero que ya lo están arreglando. Un rato más tarde la señora que estaba sentada en el asiento de adelante se bajó a buscar información y al volver dice que ya estábamos por salir, que el río derrumbó un puente pero que ya lo están arreglando. Con mi nulo conocimiento de ingeniería civil deduje que un puente que se lo lleva el río no se arregla en unas horas. Sediento de información me bajé del bus y encaré a una policía de trafico. Me he cruzado en varias ocasiones con una habilidad de los bolivianos para, cuando quieren, hablar de forma ambigua y brindar información para nada precisa. Mi conversación con la oficial de tráfico fue mas o menos así:
- Los buses no están saliendo ¿Verdad? - Dije
- Si, sarasa sarlanga - Un sonido ininteligible pronuncio la oficial
- Perdón ¿Cómo dice? - En ese momento la oficial descubrió que yo no era gringo y que hablaba perfecto castellano
- Sí, es que hay un problema en la ruta pero ya en un rato se arregla porque están trabajando desde tempranito
- ¿Un problema? ¿Un choque o algo así?
- No, es que hay un problema en la ruta pero ya en un rato se arregla porque están trabajando desde tempranito
-¿Que problema?
- Sí, es que hay un problema en la ruta pero ya en un rato se arregla porque están trabajando desde tempranito
- Claro pero ¿Qué problema la puta madre? ¿Cayó un meteorito en la ruta? ¿Un dinosaurio se come a los autos? ¿Qué carajo pasa? - Todo eso pensé, más opte por decir - ¿Un rato cuanto? ¿Media hora? ¿Una hora? ¿Cinco horas?
- Sino al rato tal vez
- Ok. gracias - Dije fascinado por la capacidad de decir nada de nada.
Me puse a esperar, al fin y al cabo estoy de vacaciones y no tengo nada mejor que hacer. Tipo media mañana la policía dio permiso para salir, el bus arrancó, yo me acomodé en mi asiento y veinte minutos después, a unos cinco kilómetros de Villazón por alguna razón el Bus se frenó tras una fila de autos, camiones y otros autobuses. El puente estaba caído.
Me baje a observar con atención y descubrí que el río en ese momento no era más que un arroyo con apenas un hilo de agua. El problema es que corre por una quebrada de unos cinco metros de profundidad por unos ocho de ancho. De un lado de la quebrada una topadora había hecho una larga rampa descendente de forma de crear un vado en el arroyo. Del otro la topadora esta iniciando la construcción de la rampa ascendente que nos permitiría cruzar la quebrada y continuar con nuestro camino.
Nuevamente con mi nulo conocimiento de ingeniería civil me puse a pensar: si la topadora estuvo desde tempranito (y cuando los bolivianos dicen tempranito es muy temprano) hasta media mañana para hacer un lado del vado estaría tiempo similar para hacer el otro. En eso meditaba cuando observe que del otro lado había varios buses, autos y camiones que recorrían la ruta en sentido inverso y quedaron varados en la otra orilla. Los pasajeros de esos buses se bajaban, agarraban sus pertenencias, cruzaban la quebrada por una especie de camino peatonal formado por unos caños de desagüe y de este lado se tomaban un taxi para hacer los cinco kilómetros que a ellos les quedaban. Esos autobuses se quedarían pronto sin pasajeros y, al no poder cruzar emprenderían la vuelta. Vuelta de ellos que era mi ida. Como quien no quiere la cosa crucé la quebrada por los caños, vi que un autobús estaba vacío y dando la vuelta.
- ¿Vas para Tupiza? - Pregunte
- Claro
Le pedí que me espere, volví a buscar mi mochila y a Fernando, mi compañero de viaje y juntos subimos al Bus que emprendió la marcha por la ruta. Ruta es una forma generosa de llamar a un camino de tierra y ripio que ondula por el desértico altiplano boliviano por el cual para recorrer los noventa y dos kilómetros que separan Villazón de Tupiza se tarda, cuando no se cae un puente, tres horas y media.
Lástima que no alcanzamos el tren, pensé, y al rato vemos a once personas a la vera de la ruta haciendo señas para que pare el bus. Al subirse no pude evitar preguntar que carajo hacen en el medio de la nada.
- Uff... nos tomamos el tren ayer, pero en lugar de salir a las 15:30 salió a la noche. Hicimos treinta quilómetros y paró. Se quedó toda la noche parado porque en una parte el terraplén donde van las vías se derrumbó. Hoy a la mañana decidimos caminar por la vía. Caminamos cuatro horas bajo el rayo del sol y hace un rato vimos un camión pasar por el camino y distinguimos lo que era el camino, bajamos hasta acá y esperamos a que pase el primer bus.
Que bonito es el folclore transportil en sudamérica.
El transporte latinoamericano es fuente inagotable de historias, se podria hacer un libro con esas anecdotas. Yo tengo algunas de Cuba!
ResponderEliminarMuy bueno el post.
Abrazo.
aporto una de cuba. viaje en micro de no sè dònde a no sè dònde. micro para, chofer se baja y desaparece. "va a hacer pis" pienso. pasan 5 minutos, no vuelve. pasan 10, 15, 20 no vuelve. empiezo a preguntar "que ya va a volver, compañera...". la ùnica extrañada por la situaciòn era obviamente yo. bajan 1, 2, 3 personas, presumo que a buscarlo. no vuelven. pasa media hora. bajo la mirada de "pobre compañera extranjera, se ha vuelto loca" de los cubanos, bajo yo a buscarlos, aterrada de que justo aparezcan todos, el micro se vaya y yo me quede en banda en un pueblo de no sè dònde. enfilo hacia la esquina por la que desaparecieron todos 3/4de hora atràs y veo una gigantesca cola ante un camiòn tanque. del tanque una canilla que entrega cerveza gratis. nuestro chofer (por fin!) de los primeros de la cola.
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