Llegué a América. A Latino América. Aterrice en Bogotá cuando el sol ya había caído, después de un retraso en el aeropuerto de Madrid. Me tomé un taxi y me fui a la casa de mi Couch. Gracias a la maravilla de internet y a un grupo de gente que tiene como objetivo favorecer el intercambio cultural y hacer de este mundo un lugar mejor se creo el CouchSurfing. Es una comunidad virtual de gente que hospeda en su casa a viajantes de todo el mundo.
Bogotá es una ciudad bella construida a la sombra de unos montes. El barrio de La Candelaria es el más antiguo, el centro histórico, el más pintoresco y por ende el más turístico. Sus calles empinadas anunciando los inminentes montes son las únicas en la ciudad que tienen nombre. El resto de las calles se las identifica con número. Me llamaron mucho la atención las casas pintadas de colores fuertes y chillones. De hecho la ciudad es muy colorida con los grandes graffitis que se encuentran por todos lados. Me dejé perder en este barrio, recorriendo sus calles, entrando en los bares, leyendo mi libro en alguna plaza. También aproveche un city tour gratuito que hace la policía de turismo, recorriendo el centro histórico, enseñando los edificios más importantes así como los hechos históricos más relevantes, entre ellos la vida y obra de su libertador, Simón Bolívar. Otra cosa que me llamó la atención es la cantidad imponente de clubes de billares. Salones con diez o veinte mesas de billar cada dos cuadras. Se ve que en esta ciudad es muy popular. Pero lo más llamativo de la ciudad es su predisposición al arte. El museo Botero forma parte de un gran parque cultural a escasas calles de la plaza mayor. El parque incluye la principal biblioteca de la ciudad, el museo histórico de la moneda, el centro cultural Gabriel García Marques y una galería de exposiciones transitorias, donde pude ver una muestra de Andy Warhol. Todo gratuito. Además he visto varios bares donde una noche a la semana se proyectan cortometrajes. Ciclos de música al aire libre en parque o festival de cine francés son algunas de las muchas ofertas culturales de la ciudad.
En las afueras de Bogotá, en el pueblo de Zipaquirá, existe una gran mina de sal. Lo curioso es que dentro, en las entrañas de la montaña, los mineros fueron tallando en la piedra salina las doce estaciones del viacrucis hasta llagar a una gran cámara subterránea donde se encuentra una catedral. Cada domingo, como Dios manda, celebran misa. Es una paseo muy interesante y que me hizo sentir como un Morlocks.
Por esta cuidad fue que empezó mi viaje por Latino América. Promete ser diferente a mis otros viajes, gracias al CouchSurfing, que no es como muchos piensan una forma de ahorrarse el hostal. En una manera de conocer la gente de un lugar y vivir la ciudad como ellos la viven. Una forma de adentrarse en la cultura de un lugar y entender mejor la idiosincrasia de un pueblo. Una forma de integrar pueblos, pero a la vez preservar su cultura local.
Bogotá es una ciudad bella construida a la sombra de unos montes. El barrio de La Candelaria es el más antiguo, el centro histórico, el más pintoresco y por ende el más turístico. Sus calles empinadas anunciando los inminentes montes son las únicas en la ciudad que tienen nombre. El resto de las calles se las identifica con número. Me llamaron mucho la atención las casas pintadas de colores fuertes y chillones. De hecho la ciudad es muy colorida con los grandes graffitis que se encuentran por todos lados. Me dejé perder en este barrio, recorriendo sus calles, entrando en los bares, leyendo mi libro en alguna plaza. También aproveche un city tour gratuito que hace la policía de turismo, recorriendo el centro histórico, enseñando los edificios más importantes así como los hechos históricos más relevantes, entre ellos la vida y obra de su libertador, Simón Bolívar. Otra cosa que me llamó la atención es la cantidad imponente de clubes de billares. Salones con diez o veinte mesas de billar cada dos cuadras. Se ve que en esta ciudad es muy popular. Pero lo más llamativo de la ciudad es su predisposición al arte. El museo Botero forma parte de un gran parque cultural a escasas calles de la plaza mayor. El parque incluye la principal biblioteca de la ciudad, el museo histórico de la moneda, el centro cultural Gabriel García Marques y una galería de exposiciones transitorias, donde pude ver una muestra de Andy Warhol. Todo gratuito. Además he visto varios bares donde una noche a la semana se proyectan cortometrajes. Ciclos de música al aire libre en parque o festival de cine francés son algunas de las muchas ofertas culturales de la ciudad.
En las afueras de Bogotá, en el pueblo de Zipaquirá, existe una gran mina de sal. Lo curioso es que dentro, en las entrañas de la montaña, los mineros fueron tallando en la piedra salina las doce estaciones del viacrucis hasta llagar a una gran cámara subterránea donde se encuentra una catedral. Cada domingo, como Dios manda, celebran misa. Es una paseo muy interesante y que me hizo sentir como un Morlocks.
Por esta cuidad fue que empezó mi viaje por Latino América. Promete ser diferente a mis otros viajes, gracias al CouchSurfing, que no es como muchos piensan una forma de ahorrarse el hostal. En una manera de conocer la gente de un lugar y vivir la ciudad como ellos la viven. Una forma de adentrarse en la cultura de un lugar y entender mejor la idiosincrasia de un pueblo. Una forma de integrar pueblos, pero a la vez preservar su cultura local.
Qué bien saber de ti!
ResponderEliminarEcho de menos las fotos de los lugares que vas visitando.
Cuídate!
Besos.
Como siempre veo que te lo sigues pasando pipa. Esa imaginación que tienes y que te hace ver la vida con ojos diferentes del resto de la gente, hacen que tus relatos sean tan amenos, divertidos e interesantes.
ResponderEliminarViajo con tus aventuras! Gracias por compartirlas... nos haces sentir vivos a todos los viajeros aunque estemos sedentarios.
ResponderEliminarBesos millonarios!
Pablo,
ResponderEliminartengo amigas en Bogotá, viejas como yo, si las querés ir a ver, avisame
beso, mk