viernes, 18 de septiembre de 2009

Aventuras...

Suiza es como una postal. Estuve hace un año en Berna y Zurich haciendo un poco la “visita turística”. Ahora visito a mi hermano y, por primera vez desde que estoy en Europa a visita fui yo. En todo el tiempo que llevo en Europa recibí varias veces a mi hermano, a mis amigos, a mi madre; siempre el anfitrión fui yo. Ésta vez fue el turno de él, y yo simplemente me dejé guiar por la cuidad donde él está viviendo, así como los vericuetos de su vida a la Suiza. De la mano de mi hermano y su novia, me sumergí en la zona más rural de este país. Conocí ese elemento que siempre viene adosado a las novias: la familia de las novias. Con ellos participé de una fiesta familiar y de un almuerzo en una cabaña al mejor estilo abuelito de Heidi, en medio de los Alpes donde no hay otro ser humano en kilómetros a la redonda. Fui testigo de un pedacito de lo que es hoy la vida de mi hermano, de lo que hace, los lugares a los que va, sus amistades, su rutina (o la falta de ella). Así me di cuenta de que cada vez que alguien venía a verme a Europa lo que menos me importaba era mostrarles la ciudad. Lo realmente importante para mi era abrirles el universo donde yo vivía para que ellos entren. Eso hizo mi hermano. Lo que me permitió acercarme más a él y compartir un poquito esta etapa de su vida.
Entre mate y mate, nadando en el río o en el lago, paseando un poco y hablando mucho se pasaron los días en Suiza. Allí deje a mi hermano, iniciando la que debe ser la más vertiginosa de las aventuras, la del amor.
Barcelona es como mi hogar. Fue llegar y sentirme en casa. A pesar de que la ciudad sea cada vez menos cuidad y más parque de atracción turístico. A pesar de que los derechos del ciudadano sean cada vez más menguados en pos de una cuidad linda, limpia, fashion y ordenada para los visitantes. A pesar de que la crisis tenga medio depre a todo el mundo, aunque los precios de los bares y restaurantes sigan subiendo y de que los políticos traten a los habitantes como expendedoras de dinero y no como ciudadanos. Barcelona sigue teniendo un lugar muy especial en mi corazón. Supongo que es por esa sensación de llegar y saber como es la cuidad, de sentirse local. El hecho de que me siguen pasando cosas maravillosas allá. El clima que reconforta, aunque no pisé la playa ni me sumergí en el mediterráneo. Pero sobre todo porque en ella vive gente que quiero mucho. La próxima vez que vuelva a Barcelona no tendrá que ser una visita tan exprés como la última. De ésta manera poder dedicar más tiempo a compartir buenos momentos con todas esas personas que han quedado grabadas en mi corazón.
Entre afectos y cervezas, comiendo pantumaca y jamón, haciendo gestiones burocráticas y estando con amigos se pasaron los días en Barcelona. Allí deje la ciudad e inicie la más temerarias de mis aventuras, la de volver a Buenos Aires.

3 comentarios:

  1. Maria Nazaretseptiembre 18, 2009

    Los noviOs también vienen adosados a esa cosa... Y bien adosada que la tienen, sobre todo a las madres! Besos grandes primo! Te esperamos con asados! Muá!

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  2. ¡Que familia tan viajera y aventurera que tienes! Me parece muy bonito lo que compartes con tu hermano. Y me alegra que tengas tan buenos recuerdos de Barcelona. Un abrazo bien fuerte

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  3. Que bueno!!! Pablex!!! me alegro mucho por ti!!!!, y tambien me alegro mucho por Javi y Julia!!, lo mejor para los dos!.
    Pablex te estoy esperando aca en Bs As, asadito de por medio!!!
    Besos y abrazos! Cuidate mucho, mucho!
    Naty.

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