miércoles, 22 de octubre de 2008

De birras hasta que nos suenen las campanas

De Bélgica yo sabia que era algo así como la capital de Europa. En este país se encuentra el parlamento europeo, toda la gran maquinaria burocrática de la comunidad europea y es donde los presidentes de los países miembros se juntan de vez en cuando a hablar de esas cosas de las que siempre hablan los políticos cuando tiene pocas cosas que decir y muchas que hacer.
Me fue grato descubrir que hay muchas mas cosas en este país. Por un lado el sentir lo sociable que son los Belgas. La cultura del bar esta ampliamente difundida y es común que la gente te empiece a hablar, birra mediante. Esto es otro tema muy importante. La variedad de cervezas que tiene es asombrosa. Solo oriundas de Bélgica hay más de ciento cincuenta. En Bruselas esta el bar que ostenta el récord guinnes de tener, más que ningún otro bar en el mundo, cervezas provenientes de cada rincón del planeta. En esta ciudad se puede salir a pasear. Se puede ir al Atomiun, que es una replica 165 mil millones de veces mas grande del átomo del cristal de hierro que construyeron hace cincuenta años para la exposición universal. Se puede entrar en las iglesias o se puede subir a la terraza de un edifico de diecisiete pisos para ver toda la ciudad. Pero sin duda lo más tradicional es salir a tomar cerveza y hablar con los locales.
Otro lugar interesante en Bélgica es Brujas. En este pueblo toda la construcción y toda la arquitectura se quedó detenida en el tiempo, cuatrocientos años atrás. Es una frase hecha, pero pasear por Brujas es como pasear por un cuento de hadas, claro que sin castillos y con turistas. A la gran torre del reloj se puede acceder y después de subir los trecientos sesenta y seis escalones de la empinada y estrecha escalera caracol se llega a la sala de maquinas y campanas. De chico yo tenía un pequeño instrumento que al darle vuelta a una manivela hacía girar un cilindro dentado. Cada diente golpeaba una varita de metal que producía una nota musical. Magnificado en tamaño este reloj poseía lo mismo, un cilindro de metro y medio de diámetro en el cual cada diente accionaba una pequeña campana. Cada hora, en el minuto cincuenta y nueve, suena una melodía durante un minuto y al finalizar la gran campana anuncia que hora es. Tuvimos suerte por partida doble ya que, por un lado, subimos justo para ver el funcionamiento de este prodigio mecánico y, por el otro, subimos justo a la una y no, por ejemplo, a las doce. Comprendan que encontrarse a medio metro de una gran campana cuando suena te deja el cerebro tololo por un rato (Ahora entiendo porque Cuasimodo, en sus alucinaciones, hablaba con las gárgolas de piedra de Notre Dame).
En definitiva, entre cervezas y cuentos de hadas, entre campanadas ensordecedoras y charlas con belgas, disfrutamos de unos hermosos días en un país que por lejos es mucho más que el cerebro organizativo de la nueva Europa.

1 comentario:

  1. pablo; què es eso marròn gigantesco que aparece en la foto 15 de bruselas? algo que ver con la foto 10 de brujas? beso.

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