¿Cómo es estar otra vez en Buenos Aires? Esa es la pregunta que durante el último mes la mayoría de mis allegados me hizo. En estos cinco años de ausencia yo creía que la vida seguía igual, cotidiana como siempre, como si hubiesen metido la realidad en un freezer. Pero la verdad es que la vida continua, y lo cotidiano evoluciona, muta.
El sentimiento que tengo es algo extraño, es como en esas historias de ciencia ficción donde alguien sin querer cambia algo del pasado y el presente se transforma. Es el mismo presente, pero totalmente bizarro. Las diferencias de este presente alterno y el que habita en mi memoria son sutiles, pero significativas. Cuando partí hace cinco años todos estaban muy contentos y esperanzados con el gobierno. Hoy el gobierno es el mismo, pero casi todos lo odian. Aquel amigo perdido en la vida y con pequeños problemas de drogadicción hoy es un eminente estudiante universitario a punto de recibirse. El que vivía en provincia se mudo a capital. El de capital se mudo al interior. Banfield salió campeón. Aquel mujeriego incorregible es ahora un hombre fiel que sentó cabeza. Algún otro se convirtió en padre. Gente con futuro prometedor en la producción abandonó el rubro para trabajar en una oficina. Algunos que estaban bien económicamente ahora están más ajustados. Alguno que estaba ajustado ahora le va bien. Otros que estaban vivos ya no lo están. Mi padre, que por más de treinta años llevó un bigote revolucionario ahora está afeitado. La ciudad es la misma, pero con más pobres revolviendo la basura, más estaciones de subte, mucho más sucia. Ruidosa y caótica como siempre. Con lugares más hermosos de los que recordaba.
Este presente bizarro que habito trato de re ajustar mi mente y mi vida a la nueva realidad que me rodea. Por suerte algo permaneció igual a través del tiempo y el espacio, el cariño que comparto con mis seres queridos.
El sentimiento que tengo es algo extraño, es como en esas historias de ciencia ficción donde alguien sin querer cambia algo del pasado y el presente se transforma. Es el mismo presente, pero totalmente bizarro. Las diferencias de este presente alterno y el que habita en mi memoria son sutiles, pero significativas. Cuando partí hace cinco años todos estaban muy contentos y esperanzados con el gobierno. Hoy el gobierno es el mismo, pero casi todos lo odian. Aquel amigo perdido en la vida y con pequeños problemas de drogadicción hoy es un eminente estudiante universitario a punto de recibirse. El que vivía en provincia se mudo a capital. El de capital se mudo al interior. Banfield salió campeón. Aquel mujeriego incorregible es ahora un hombre fiel que sentó cabeza. Algún otro se convirtió en padre. Gente con futuro prometedor en la producción abandonó el rubro para trabajar en una oficina. Algunos que estaban bien económicamente ahora están más ajustados. Alguno que estaba ajustado ahora le va bien. Otros que estaban vivos ya no lo están. Mi padre, que por más de treinta años llevó un bigote revolucionario ahora está afeitado. La ciudad es la misma, pero con más pobres revolviendo la basura, más estaciones de subte, mucho más sucia. Ruidosa y caótica como siempre. Con lugares más hermosos de los que recordaba.
Este presente bizarro que habito trato de re ajustar mi mente y mi vida a la nueva realidad que me rodea. Por suerte algo permaneció igual a través del tiempo y el espacio, el cariño que comparto con mis seres queridos.
Como se nota que quieres mucho a tu familia y que los echabas de menos. Me encanta como escribes Pablo, se ve todo en imagenes como cuando cuentas los cuentos.
ResponderEliminarUn besito bien fuerte y que pases felices fiestas.