domingo, 11 de octubre de 2009

La mitad del mundo

Quito es una ciudad no muy grande, pero que se hace enorme por la ineficacia del transporte. Distancia que de noche en taxi uno hace en menos de diez minutos durante el día tarda como una hora. Encima hay que hacer trasbordo porque la red de buses no esta muy bien pensada, de hecho dudo que este pensada en absoluto. Pero más allá de este inconveniente tan latinoamericano hay que decir que la cuidad tiene un pequeño encanto al estar construida sobre diferentes lomas, con lo cual toda la ciudad esta en subida y en bajada. En una de estas lomas se encuentra una gran virgen que vigila la ciudad y está situada de forma tal que si uno se para cerca del altar de la basílica, a kilómetros de la virgen, puede divisarla perfectamente enmarcada en una ventana con forma de corazón que esta sobre la puerta mayor de la basílica. Ésta última, dicho sea de paso, en una réplica de la parisina Notre Dame, pero diez veces más chica. Una maravilla en Quito es una iglesia que dice ser la más representativa del barroco americano del continente. El barroco nunca me gustó, pero he de reconocer que esta iglesia, toda decorada en pan de oro, es un verdadero regocijo visual.
Uno no puede estar en Quito y no ir a la mitad del mundo. Esto es como una especie de museo/parque temático, a una hora de la ciudad, situado donde un grupo de franceses a principios del siglo pasado midieron la línea del ecuador. La verdad es que el parque es muy aburrido. Feria de artesanías con precios que triplican a los del mercado de la ciudad, restaurantes y un gran monumento en donde los franceses dijeron que ese era el ecuador. Pero resulta que con la moderna tecnología satelital del GPS se descubrió que los franceses le erraron. El monumento esta a unos doscientos cuarenta metros al sur de la verdadera línea del ecuador, que pasa justo fuera del predio del parque. Un vecino, viendo que la línea real pasaba por su propiedad, montó un segundo museo. Mucho más modesto que el primero pero mucho más entretenido. En el se describen un poco las diferentes tribus aborígenes del Ecuador y su relación con el sol. Este museo, aparte de poseer una piel de anaconda de siete metros, dos boas constrictoras, muchos bichos del amazonas y una cabeza humana reducida, tiene la demostración práctica del efecto Coriolis. A una pequeña tina desvencijada se la llena de agua, la ponen sobre la línea del ecuador y al soltar el tapón el agua cae rectamente. La misma tina con el mismo agua se la mueve tres metros al norte y cae formando un remolino en contra del sentido horario, mientras que cuando se la lleva tres metros al sur el agua vuelve a caer en forma de remolino, pero girando en sentido horario.
Quito tiene un firmamento privilegiado. Si uno es capaz de soportar el frió nocturno, se encuentra con que en el cielo se puede ver tanto la osa mayor como la cruz del sur, cuando no está nublado o lloviendo. Habiendo recorrido varias veces el centro histórico, asombrándome con los extraños efectos que se dan lugar en la latitud 0°0´0” y bebido unas merecidas cervezas con gente quitense abandoné la ciudad en busca de climas más veraniegos.

2 comentarios:

  1. Dejame viajar mas con vos. me gusta mucho!
    lu

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  2. Apple Accessories
    Al día de hoy te quedan 15 días en España, descansando de tanto trajín!!!!!!!!

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