En Argentina hay un patético canal que se llama Crónica TV. Es un canal de noticias las veinticuatro horas, completamente sensacionalista. Prensa amarilla que le dicen, porque es tan barata que ni gastan en papel blanco. Dos cosas tiene este canal de maravilloso:
¡¡¡FALTAN CERO DÍAS PARA LA PRIMAVERA!!!
Qué bonito, hoy veintiuno de septiembre, empieza la primavera. Sin duda es mi época preferida del año. No te cagas de frío, ni te morís de calor. La gente se ve más feliz por la calle y está todo el mundo más alegre. Se puede ir al parque a tomar unos mates o a una plaza sin tener que quedar carbonizado como en el verano.
La ciudad se empieza a llenar de turistas, a uno le dan ganas de salir de la casa donde se pasó los últimos tres meses hibernando, las mujeres empiezan a ir ligeritas de ropa por la calle. Y el mejor espectáculo primaveral lo otorgan los colegios privados. Los ojos de todos se regocijan ante las hermosas adolescentes en uniforme escolar que muestran al mundo los atributos que Dios le dio.
Lo único malo es que empieza la primavera en el hemisferio sur y yo estoy en el norte. Acá empieza el marrón otoño predecesor del gris invierno. Yo, que trato de vivir la vida cual golondrina huyendo del frío, me tocó padecer un por demás crudo invierno en Buenos Aires y ahora se avecina el frío catalán. Como me dijo un amigo, algún pecado karmático de otra vida estaré pagando si yo, que le corro al invierno, voy a Buenos Aires y nieva después de ochenta y nueve años. Al menos me queda el consuelo de llevar siempre la primavera en el corazón.
- Las placas rojas donde anuncian sus titulares cometiendo el mayor crimen a nuestra lengua castellana.
- Todos los días, desde nueve meses antes del comienzo de la primavera, te ponen una placa roja que te dice cuantos días faltan para la primavera.
¡¡¡FALTAN CERO DÍAS PARA LA PRIMAVERA!!!
Qué bonito, hoy veintiuno de septiembre, empieza la primavera. Sin duda es mi época preferida del año. No te cagas de frío, ni te morís de calor. La gente se ve más feliz por la calle y está todo el mundo más alegre. Se puede ir al parque a tomar unos mates o a una plaza sin tener que quedar carbonizado como en el verano.
La ciudad se empieza a llenar de turistas, a uno le dan ganas de salir de la casa donde se pasó los últimos tres meses hibernando, las mujeres empiezan a ir ligeritas de ropa por la calle. Y el mejor espectáculo primaveral lo otorgan los colegios privados. Los ojos de todos se regocijan ante las hermosas adolescentes en uniforme escolar que muestran al mundo los atributos que Dios le dio.
Lo único malo es que empieza la primavera en el hemisferio sur y yo estoy en el norte. Acá empieza el marrón otoño predecesor del gris invierno. Yo, que trato de vivir la vida cual golondrina huyendo del frío, me tocó padecer un por demás crudo invierno en Buenos Aires y ahora se avecina el frío catalán. Como me dijo un amigo, algún pecado karmático de otra vida estaré pagando si yo, que le corro al invierno, voy a Buenos Aires y nieva después de ochenta y nueve años. Al menos me queda el consuelo de llevar siempre la primavera en el corazón.