Costa Rica es como la perla del Caribe. Es el único país medianamente desarrollado de Centroamérica, y al parecer es el único que no tuvo ninguna dictadura en los últimos cincuenta años. Es fácil suponer que ambos hechos están relacionados.
La principal actividad económica del país es el turismo. Esta enfocado en la preservación de la naturaleza y en el respeto al medio ambiente. No es para menos, ya que desborda en bellezas naturales, en volcanes majestuosos, en playas caribeñas, en paraísos de surfer en el pacífico y en abultados pechos en sus mujeres. Conscientes de estas bondades, los costaricenses crearon la infraestructura que no existe en otro países, es decir transportes decentes, todo tipo de alojamiento, muchos restaurantes y bares, así como blusas y afines muy escotados.
Empecé mi recorrido por San José, ciudad capital. La única en la que estuve en este viaje que parece una ciudad y no un montón de gente viviendo apretada en el mismo lugar. Lindas plazas, amplios parques, y la imperdible ocasión de ver aún desfiles de carrozas navideñas. Es evidente que mientras más cerca se está de yanquilandia, más invasión cultural hay. Estos desfiles, al igual que Halloween, no existen en el Cono Sur. La avenida principal se cortó, se instalaron algunas gradas y la gente temprano se fue a ver el acontecimiento. Patrocinado por Toyota, primero desfilaron los nuevos modelos de 4x4, para ser seguidos por acróbatas motoqueros e intrépidos conductores de fourtrack. Luego sí empezaron las carrozas, con sus músicas, sus porristas haciendo piruetas, sus bandas. Este evento es conocido como "El festival de la Luz". Todo el mundo compra de esas porquerías orientales que hacen luces, ya sean llaveros, colgantes o espadas láser. Yo, para no ser menos, me compré un sombrero de Papa Noel con luces rojas que titilan llamativamente.
De San José partí hacia el Pacifico. En todo este viaje no me había sumergido en sus aguas, y de hecho la última vez que lo hice fue en enero de 1994. Fue así como llegue a Jaco, pequeño pueblo surfista. El pueblo no está mal, surfistas de todo el mundo van para allá, lo cual lo convierte en un lugar con muchos bares, tiendas de ropa "cool", escuelas de surf y travestis prostituyéndose. Yo no lo sabía paro parece que donde hay surfistas hay mercado para la prostitución de travestis. A mí mucho el lugar no me gustó, la playa está sucia, la arena es negra, el mar está revuelto y no se ve nada. Pero si hay surfistas es por que hay olas (y travestis). En las aguas calmas del Caribe uno siente que está en una pileta. Muy lindo para bucear o hacer snorkel, pero no para nadar. El pacífico, que de pacífico no tiene nada (¿Quién carajo le puso ese nombre?) me recibió con sus bravas aguas y pasé un lindo día.
De allí me crucé todo el país para llegar, siete horas después, a Puerto Viejo. Este es un pueblo rastafari en la costa del Caribe. Este lugar sí me agradó. Noches de reggae, playas de arena blanca con palmeras y varios arrecifes, incluyendo el del Parque Nacional Caguhita, donde se puede hacer snorkel nadando desde la paya.
Si bien Costa Rica es hermosa, pierde un poco su encanto porque todo está ya preparado, ya hecho para el turista. Además es casi tan caro como España, así que limité mis días en ese hermoso país, donde los ojos no tienen descanso de ver tanto verde, tanto mar, tanta arena y tanto escote.
La principal actividad económica del país es el turismo. Esta enfocado en la preservación de la naturaleza y en el respeto al medio ambiente. No es para menos, ya que desborda en bellezas naturales, en volcanes majestuosos, en playas caribeñas, en paraísos de surfer en el pacífico y en abultados pechos en sus mujeres. Conscientes de estas bondades, los costaricenses crearon la infraestructura que no existe en otro países, es decir transportes decentes, todo tipo de alojamiento, muchos restaurantes y bares, así como blusas y afines muy escotados.
Empecé mi recorrido por San José, ciudad capital. La única en la que estuve en este viaje que parece una ciudad y no un montón de gente viviendo apretada en el mismo lugar. Lindas plazas, amplios parques, y la imperdible ocasión de ver aún desfiles de carrozas navideñas. Es evidente que mientras más cerca se está de yanquilandia, más invasión cultural hay. Estos desfiles, al igual que Halloween, no existen en el Cono Sur. La avenida principal se cortó, se instalaron algunas gradas y la gente temprano se fue a ver el acontecimiento. Patrocinado por Toyota, primero desfilaron los nuevos modelos de 4x4, para ser seguidos por acróbatas motoqueros e intrépidos conductores de fourtrack. Luego sí empezaron las carrozas, con sus músicas, sus porristas haciendo piruetas, sus bandas. Este evento es conocido como "El festival de la Luz". Todo el mundo compra de esas porquerías orientales que hacen luces, ya sean llaveros, colgantes o espadas láser. Yo, para no ser menos, me compré un sombrero de Papa Noel con luces rojas que titilan llamativamente.
De San José partí hacia el Pacifico. En todo este viaje no me había sumergido en sus aguas, y de hecho la última vez que lo hice fue en enero de 1994. Fue así como llegue a Jaco, pequeño pueblo surfista. El pueblo no está mal, surfistas de todo el mundo van para allá, lo cual lo convierte en un lugar con muchos bares, tiendas de ropa "cool", escuelas de surf y travestis prostituyéndose. Yo no lo sabía paro parece que donde hay surfistas hay mercado para la prostitución de travestis. A mí mucho el lugar no me gustó, la playa está sucia, la arena es negra, el mar está revuelto y no se ve nada. Pero si hay surfistas es por que hay olas (y travestis). En las aguas calmas del Caribe uno siente que está en una pileta. Muy lindo para bucear o hacer snorkel, pero no para nadar. El pacífico, que de pacífico no tiene nada (¿Quién carajo le puso ese nombre?) me recibió con sus bravas aguas y pasé un lindo día.
De allí me crucé todo el país para llegar, siete horas después, a Puerto Viejo. Este es un pueblo rastafari en la costa del Caribe. Este lugar sí me agradó. Noches de reggae, playas de arena blanca con palmeras y varios arrecifes, incluyendo el del Parque Nacional Caguhita, donde se puede hacer snorkel nadando desde la paya.
Si bien Costa Rica es hermosa, pierde un poco su encanto porque todo está ya preparado, ya hecho para el turista. Además es casi tan caro como España, así que limité mis días en ese hermoso país, donde los ojos no tienen descanso de ver tanto verde, tanto mar, tanta arena y tanto escote.
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